PRIMER ACTO
ESCENA PRIMERA
Salón de la
mansión Mosnkswell, al caer la tarde. Al fondeo se ve una ventana alargada y,
un amplio arco que conduce al recibidor, la puerta principal y la cocina; a la
izquierda una escalera que conduce que los dormitorios. En el primer rellano de
la escalera de halla la puerta de la biblioteca. A la izquierda del salón
también se ve la puerta de una salita y a la derecha la puerta del comedor.
La
decoración es la típica de un salón de hotel. Las cortinas y el tapizado del
mobiliario se ven muy deslucidos. A la izquierda del sofá hay un escritorio y
sobre él, una radio y un teléfono.
(Mientras
los niños toman asiento suena la canción de “Los tres ratones ciegos”. Una vez
estén todos sentados se oye un escalofriante grito de mujer y a continuación
una mezcla de voces que exclaman: “Dios mío, ¿qué ha sido eso?”, “¡Viene de
allí!”. Se escucha después una sirena de policía, seguida de otras muchas
sirenas, que se van a apagando hasta quedar en silencio.)
Voz radiofónica: Y según el Scotland Yard, el
asesinato ha tenido lugar en la 24 de la calle Culver, en Panddington. La víctima
se llamaba Maureen Lyon. La policía está muy interesada en interrogar a un
sospechoso visto en las inmediaciones, con abrigo oscuro, bufanda clara y
sombrero de fieltro. (Entra Moli Ralston, deja el bolso y los guantes y se
sienta en su mesa) Se advierte a los conductores de la formación de placas de
hielo, Se espera que continúen las fuertes nevadas y que las temperaturas se
sitúen por debajo de cero en todo el país, sobre todo en los puntos de la costa
norte y noreste de Escocia. (Moli apaga la radio que tiene sobre la mesa)
(Entra Giles
vestido con un abrigo, un sombrero y una bufanda, se los quieta y los deja en
el respaldo de la silla)
GIL. ¿Moli? ¿Moli? ¿Dónde estás?
MOLI.
Haciéndolo todo yo sola, so gandul.
GIL. ¡Conque estabas ahí…! Deja, que ya
lo hago yo. ¿Quieres que avive el fuego?
MOLI. Ya está hecho.
GIL. ¿Qué tal estas cielo? ¡Tienes la
nariz helada!
MOLI. Es que acabo de llegar.
GIL. ¿Y eso? ¿Dónde has estado? ¿No
habrás salido con este tiempo?
MOLI. He tenido que bajar al pueblo a
buscar unas cosas que se me olvidaron. ¿Has conseguido la alambrera para el
gallinero?
GIL. He estado en varias tiendas y en
ninguna había la que queremos. No he hecho más que perder el tiempo y pasar
frio. Además cada vez cuaja más la nieve. ¿Qué te apuestas a que amanecemos
incomunicados?
MOLI. ¡No lo digas ni en broma!
GIL. Espero que no se hielen las
tuberías. Los radiadores están tibios, espero que nos traigan más carbón porque
se nos está acabando.
MOLI. No nos podemos permitir empezar con
mal pie: la primera impresión es la que cuenta.
GIL. ¿Está todo listo? Supongo que no
habrás llegado nadie.
MOLI. No, gracias a Dios. Creo que lo
tenemos todo a punto.
GIL. A mí...
mientras no me hagas cocinar…
MOLI. No, no eso es cosa mía. De todas
formas si nos quedamos incomunicados, tenemos conservar de sobra… Giles,
cariño, ¿crees que nos saldrá todo bien?
GIL. No sé tú, pero yo tengo los pies
congelados. ¿No te arrepentirás ahora de esta locura de montar un hotelito, en
lugar de vender la casa en cuando la heredaste de tu tía?
MOLI. No, me encanta la idea. Y hablando
de hotelitos: vete a cargar la caldera.
GIL. ¡Y salir ahora al patio con lo que
resbala! ¡Menuda gracia! ¿Quieres que la deja cargada ya para la noche?
MOLY. No, no la cargues de todo hasta las
diez o las once.
GIL. ¡Pues sí que estoy apañado!
MOLY. Date prisa. Los huéspedes estarán
al llegar.
GIL. ¿Has repartido las habitaciones?
MOLI. Si ya están todas repartidas, la
señora Bol, en la habitación, el comandante Cal en la habitación azul, la
señora Casawel en la habitación Este y el señor Wren en la habitación Caoba.
GIL. Me pregunto cómo serán nuestros
huéspedes. ¿No deberíamos haberles cobrado por adelantado?
MOLI. No, no, creo que así está bien.
GIL. Con lo verdes que estamos en este
negocio…
MOLI. Traen equipaje, así que si no pagan,
nos lo quedamos. Tan simple como eso.
GIL. Sigo pensando que deberíamos haber
hecho un curso de gestión hotelera por correspondencia. A ver si alguno nos la
va a jugar. Su equipaje bien podría estar lleno de ladrillos envueltos en papel
de periódico, y entonces, ¿qué hacemos?
MOLI. Por el remite de sus cartas todos
parecen de fiar.
GIL. ¿Y si luego resulta que uno de los
huéspedes es in delincuente fugitivo?
MOLY. No me importa lo que sean mientras
paguen.
GIL. Menuda negociante estás hecha, Moli.
Locutor radiofónico… Y según el Scotland Yard, el
asesinato ha tenido lugar en la 24 de la calle Culver, en Panddington. La víctima
se llamaba Maureen Lyon. La policía está muy interesada en interrogar a un
sospechoso visto en las inmediaciones, con abrigo oscuro (de alguna manera
hacer referencia a los objetos que traía Giles consigo), bufanda clara y
sombrero de fieltro. Se advierte a los conductores de la formación de placas de
hielo, Se espera que continúen las fuertes nevadas y que las temperaturas… (Llaman
al timbre)
MOLI. ¿Cómo está usted?
CRISTOFER. Muy bien, gracias. (Entra Cristofer
Wren con aspecto alocado. Lleva el pelo largo y alocado y luce una corbata de
punto muy original) Vaya tiempecito. El taxista me ha dejado en la verja. No se
ha atrevido a llegar hasta la casa. Se ve que los deportes de riesgo no le van.
¿Es usted la señora Ralston? ¡Encantado! Soy el señor Wren.
MOLI. Encantada, señor Wren.
CRISTOFER. ¡Uy!, no es en absoluto como la imaginaba.
Creí que sería a típica mujer ceñuda que tiene la casa entera atiborrada de
figuras de bronce. Y sin embargo, todo el ideal. Sencillamente divino. ¡Qué
proporciones! Este lugar me va a encantar. ¿No tendrán flores de cera o aves de
paraíso?
MOLI. Me temo que no.
CRISTOFER. Una pena.
MOLI. ¿Por qué no se acerca a la chimenea?
Vendrá usted helado.
CRISTOFER. ¿Pero por qué han prescindido de
una buena mesa de comedor? Esas mesitas que han puesto estropean el conjunto.
MOLI. Nos pareció que los huéspedes
preferirían tener cada uno su mesa…Por cierto, le presento a mi marido.
CRISTOFER. Mucho gusto. Cómo se ha puesto el
tiempo, ¿verdad? La verdad, señora Raslton, tiene usted razón con lo de las
mesas. Es que a mí me chifla lo clásico.
GIL. (Con
desprecio) ¿Subo sus maletas?
MOLI. Si.
CRISTOFER. Espero que tengan allí una de esas
camas con dosel y cretonas de flores.
GIL. Pues no.
CRISTOFER. Creo que no le caigo muy bien a su
marido. ¿Está muy enamorada de él? ¿Cuánto tiempo llevan casados?
MOLI. (Con frialdad) Llevamos casados un
año. ¿Quiere ver su habitación?
CRISTOFER. No se enfade, es que soy muy
curioso y las vidas ajenas me fascinan. ¿A usted no?
MOLI. Bueno unas más que… otras.
CRISTOFER. Pues a mí, en cambio, me parece que todo el mundo es interesante,
porque nunca llegas a conocer bien a nadie. ¿No te parece?
MOLI. No tengo la menor idea.
CRISTOFER. Pienso que los únicos capaces de ver
en el interior de los demás son los artistas… ¡Y ellos ni siquiera saben por
qué!
MOLI. ¿Es usted pintor?
CRISTOFER. No, estudio arquitectura. De hecho,
mis padres me llamaron Christopher con la esperanza de que fuera arquitecto. ¡Cristofer
Wren , como el que diseñó la catedral de San Pablo. Como si con eso ya tuviera
medio camino recorrido… (A Gi) Voy a disfrutar mucho aquí, su esposa me parece
encantadora.
GIL. (Con frialdad) Desde luego.
CRISTOFER. Una verdadera belleza.
MOLI. Por favor, no digas tonterías.
CRISTOFER. Ahí lo tiene, ¿no es ésa la reacción
típica de una dama inglesa? Siempre tan pudorosas ante un piropo.
MOLI. (Impaciente) Subamos a ver su
dormitorio.
CRISTOFER. Estupendo.
(Suena el
timbre)
SRA.BOL. Ésta es la Mansión Monkswell, supongo. (Es una señora corpulenta e impertinente
y está de muy mal humor)
SRA.BOL. Soy la señora Bol.
GIL. Yo soy Giles Ralston. Pase usted,
señora, y acérquese a la chimenea. ¡Menuda nevada! ¿Éste es todo su equipaje?
SRA.BOL. Un tan Cal, que al parecer es
comandante del ejército, está ocupando del resto. Que sepa usted que el taxista
no se ha atrevido a llegar hasta la puerta. Nos ha dejado en el comienzo del
camino de entrada. Y que no hemos tenido más remedio que compartir el único
taxi que había en la estación, ya que al parecer no se ha enviado a nadie a recogernos.
GIL. Lo lamento muchísimo. No sabíamos
en qué tren llegarían, de lo contrario, habríamos enviado sin falta a recogerles…
SRA.BOL. Alguien tendría que haber estado
allí a todas las horas de llegada, por si acaso.
GIL. Permita que me ocupe del abrigo. Mi
esposa le atenderá enseguida. Yo me voy a ausentar un instante para echarle una
mano al señor Cal con el equipaje.
SRA.BOL. Por lo menos podría haberse
molestado en despejar de nieve el camino de la entrada a la casa. ¡Qué falta de
previsión y formalidad!
MOLI. Le ruego que me disculpe, estaba…
SRA.BOL. ¿La señora Ralston?
MOLI. Sí, soy…
SRA.BOL. Me parece usted muy joven para un
establecimiento así. Debe de tener muy poca experiencia.
MOLI. Tiene que haber un principio para
todo. ¿No cree?
SRA.BOL. Ya veo… Bastante inexperta. Desde
luego es una casa muy vieja, espero que no tenga carcoma. La gente no suele
darse cuenta de que tiene carcoma hasta que ya es demasiado tarde.
MOLI. ¡La casa está en perfectas
condiciones!
SRA.BOL. En fin a lo mejor se puede
solucionar con una mano de pintura. Lo digo porque ese roble parece carcomido.
GIL. Por aquí, comandante. (Es un hombre
ya maduro, de espaldas anchas y con aire militar) Le presento a mi esposa.
COM.CAL. Encantado. Menuda está cayendo. Por
un momento pensé que no llegábamos. Si sigue así me teme que mañana tendremos
medio metro de nieve.
GIL. Subiré las maletas. ¿Me sigue,
comandante?
COM.CAL. ¡Sí, señor!
(Entra
Cristofer.)
CRISTOFER. ¿No le parece una casa preciosa?
SRA.BOL. A estas alturas de mi vida, el
servicio de un establecimiento me parece más importante que su aspecto. De
haber sabido que eran ustedes unos principiantes, jamás habría venido. Creía
que tendrían todas las comodidades de un verdadero hotel.
GIL. No tiene la obligación de quedarse
si las cosas no son de su agrado, señora Boyle. Puedo llamar a un taxi
enseguida para que vuelva a buscarla. Hemos recibido tantas solicitudes de
reserva que no habrá problema en cubrir su vacante.
SRA.BOL. No tengo intención de irme sin haber
comprobado antes lo que este sitio puede ofrecer. No creerá que va a echarme a
estas alturas. ¿Le importaría mostrarme mi habitación, señora Ralston? (Salen
ambas)
MOLI. Por supuesto, señora Bol.
CRISTOFER. Me ha parecido una mujer muy
desagradable. Me habría gustado ver como la ponía de patitas en la calle.
GIL. Creo que es un placer al que tendré
que renunciar. (Suena el timbre) ¡Vaya por Dios, otro más! ¡Pase, por favor!
(Entra la
Srta Casawel. Chica joven de aspecto varonil. Lleva consigo una maleta, un
abrigo negro largo, una bufanda clara, pero sin sombrero)
SRTA.CASAWEL. Mi coche se ha quedado atascado a un
kilómetro de aquí. Me salí de la carretera por culpa de la nieve.
GIL. Permítame que me ocupe de su maleta.
¿Se ha dejado algo en el coche?
SRTA.CASAWEL. No, suelo viajar ligera de equipaje.
¡Ay! Menos mas que disponen de un bueno fuego.
GIL. Señor Wren, le presento a la
señorita…
SRTA.CASAWEL. Casawel.
GIL. Mi esposa le atenderá en un minuto.
SRTA.CASAWEL. No hay prisa. Tengo que sacudirme el
frio de los huesos. Según parece se esperan fuertes nevadas. Mucho me temo que
vamos a quedarnos aislados. ¡Espero que estemos bien surtidos de provisiones!
GIL. Puede estar bien segura. Mi esposa
es muy previsora. Y si no, nos podemos comer a las gallinas. (Ambos ríen)
CRISTOFER. ¿Nos traes alguna otra noticia del
exterior?
SRTA.CASAWEL. Los politiqueos de siempre… ¡Ah si,
y un asesinato sobrecogedor!
CRISTOFER. ¿Un crimen? ¡Me encanta!
SRTA.CASAWEL. Al parecer se trata de un loco
homicida. Estranguló a una mujer cerca de Paddington. Será un maníaco sexual.
GIL. ¿Quién es la victima?
CRISTOFER. La señora Lyon. Maureen Lyon.
(Entra Moli)
GIL. Moli, te presento a la señorita
Casawel. Señorita Casawel, mi esposa.
SRTA.CASAWEL. Mucho gusto.
MOLI. Me imagino que querrá usted subir a
su habitación. (Salen ambas, Christopher se queda solo y lo curiosea todo dando
la sensación de estar un poco pirado. Entran Gil y Moli)
MOLI. El comandante Cal me ha parecido muy
agradable. Es la señora Bol la que me preocupa. Bueno, ¿qué hago de cena? De
postre higos confitados, ¿qué te parece?
GIL. Bueno… supongo que estará todo muy
rico.
CRISTOFER. Permita que la ayude. Me encanta la
cocina. Enséñeme la cocina y los ingredientes de los que dispone, y ya se me
ocurrirá algo.
MOLI. Sígame. (Salen y Giles suelta un
improperio sobre Christopher, y más tarde vuelve a entrar Mollie) ¿No es un
cielo? Ha cogido un delantal y se ha puesto manos a la obra. Si nuestros
huéspedes quieren cocinar ellos mismos, ese trabajo que nos ahorramos.
GIL ¿Se puede saber por qué le has dado
la mejor habitación?
MOLI. Ya te lo he dicho, le gustaba la
cama con dosel.
GIL. (Con retintín) ¡Le gusta la cama con
dosel!... ¡Será imbécil!
MOLI. ¡Gil!
GIL. No soporto a la gente así. Tú no
has cargado con su maleta, yo sí. Y no pesaba nada. Si quieres mi opinión, creo
que estaba vacía. Seguro que es uno de esos jovenzuelos que van de hotel en
hotel estafando al propietario.
MOLI. No creo, no me da esa
impresión. Por cierto, ¿no te parece que
la señorita Casawel es un poco rara?
GIL. Terrible fémina….si es que es una
mujer.
MOLI. Ya es mala suerte que todos los huéspedes
nos salgan impertinentes o raros. Bueno, por lo menos no habrá más sorpresas.
Ya han llegado todos.
(Suena el
timbre)
MOLI. ¿Quién podrá ser?
GIL. Seguro que el asesino de la calle
Culver.
MOLI. ¡No tiene gracia!
(Gil sale de
escena)
GIL. (Fuera de escena) ¿Y usted?
(El señor
Paravinci entra con un maletín. Tiene aspecto de extranjero y un bigote extravagante.
Entra Gil)
PARAVINCI. Mil perdones ¿Me podría decir dónde
estoy?
GIL. En la casa de huéspedes Monkswell.
PARAVINCI. ¡Qué afortunado he sido, señora mía!
¡La respuesta a mis plegarias! Una casa de huéspedes…He tenido la desgracia de
estrellar mi coche por culpa de la nieve, pues no veía nada. No tenía ni idea
de donde estaba y he temido morir congelado. Luego he cogido el maletín del
coche y he salido como he podido. Entonces me he topado con una verja de hierro
y la desesperación se ha tornado en alegría. Espero que puedan alojarme.
MOLI. No hay problema… Aunque la única
habitación disponible es algo pequeña…Porque acabamos de abrir hoy mismo y
claro no estamos bien preparados para imprevistos.
PARAVINCI. No importa.
GIL. ¿Y su equipaje?
PARAVINCI.
No se preocupe. He dejado el coche muy bien cerrado.
GIL. ¿Pero no convendría traerlo?
PARAVINCI. No, no es necesario. Le aseguro que
en una noche cono ésta, poco ladrones se aventurarán a salir. Y en cuanto a mí,
me arreglo con muy poco.
MOLI. Acérquese al fuego. Enseguida la
preparo su habitación. Me temo que es bastante fría porque da al norte, pero
todas las demás están ocupadas.
PARAVICINI. De modo que tienen varios huéspedes.
MOLI. Están la señora Bol y el comandante
Cal, la señorita Casawel y un joven llamado Cristofer Wren…, y ahora…usted.
PARAVINCI. Si, la visita sorpresa. El huésped
sin reserva, llegado de ninguna parte, surgido de la tormenta…. Todo muy
teatral, ¿no le parece?. ¿Quién soy yo? ¿De donde vengo?... Quien sabe…. El
hombre del misterio, ¡ése soy yo! Pero escúchenme bien, nadie va a entrar, ni
nadie va a salir. Mañana, tal vez incluso ya mismo, la nieve nos aislará de
toda civilización. Resulta fascinante…fascinante. Ni en mis mejores sueños… A
propósito, mi nombre es Paravicini. Y dicen ustedes que ésta es la casa
Monkswell. (Se ríe) Muy bien: “Casa de huéspedes Monkswell” (Vuelve a reírse)
Estupendo, estupendo… (Se echa a reír de nuevo)
(Moli le
dirige una mirada a Gil, y ambos observan con inquietud a Paravinci mientras
baja el telón)
SEGUNDA ESCENA
Cuando se levanta el telón ha cesado la ventisca, pero tras
la ventana se ve la nieve apilada contra el cristal hasta una altura
considerable.
BOL. Los Ralston han demostrado muy poca honestidad
al no advertirme que acaban de inaugurar el establecimiento.
COM.CAL. Bueno, todo tiene que tener un comienzo, ¿no
cree? Esta mañana el desayuno fue estupendo. Y además, muy bien servido. La
buena mujer tiene que ocuparse ella sola de todo.
SRA.BOL. Son unos principiantes. Deberían tener
personal en condiciones.
COM.CAL. Y el almuerzo ha sido excelente.
SRA.BOL. ¡Albóndigas en lata!
COM.CAL. Pero muy bien disimuladas. Llevaban vino
tinto.
SRA.BOL. Los radiadores están algo tibios. Tendré que
quejarme.
COM.CAL. ¡Qué camas tan cómodas! Por lo menos, la
mía. Espero que la suya también.
SRA.BOL. Pasable. No entiendo porque le han dado la
mejor habitación a ese jovencito tan raro.
COM.CAL. Llegó antes que nosotros. Al que madruga,
Dios le ayuda.
SRA.BOL. Cuando leí el anuncio me hice una idea muy distinta
de este lugar.
COM.CAL. (Susurro) Pasatiempos para viejas cotorras.
SRA.BOL. ¡Disculpe!
COM.CAL. Esto…quiero decir…., sí..., lleva usted
razón.
(Cristofer entra en
escena)
SRA.BOL. Desde luego no tardare mucho en marcharme de
aquí.
CRISTOFER. (Se ríe y con ironía) De eso no cabe duda.
(Cristofer sale de escena)
SRA.BOL. La verdad es que le falta un tornillo.
(Com.Cal sale de
escena y entra la Srta. Casawel)
SRA.BOL. Tiene usted una acento extraño ¿es usted de
fuera?
(Casawel asiente con
la cabeza)
SRA.BOL. ¿Va a estar en Inglaterra usted mucho
tiempo?
SRTA. CASAWEL. Depende. Tengo algún que otro asunto
del que ocuparme. Cuando estén solucionados…, me iré.
SRA.BOL. ¿A Francia?
SRTA.CASAWEL. No
SRA. BOL. ¿A Italia?
SRTA.CASAWEL. No. (Sonríe)
(La Sra. Bol la observa inquisitivamente, pero la Srta. Casawel
no responde, y sube el volumen de la radio. Suena el teléfono y entra Moli)
MOLI. (Descuelga el auricular) ¡Dígame! (apaga la
radio) ¿Si?..., es la casa de huéspedes Monkswell… ¿Qué?...No, me temo que el
señor y Ralston no puede ponerse en este momento. Habla con la señora Ralston.
¿Quién…? ¿La policía de Berkshire…? Oh, sí, sí, comisario Hogben, pero me temo
que no va a poder ser…resulta del todo imposible llegar hasta aquí. Estamos
completamente aislados por la nieve. Las carreteras están impracticables…No hay
manera de llegar hasta aquí… Si, muy bien… ¿Pero qué…? ¡Oiga…oiga…! (Cuelga el
auricular y entra Giles)
MOLI. Gil, acaba de llamar la policía.
SRTA.CASAWEL. ¿Algún problema con la justicia? ¿No
estaremos sirviendo alcohol sin licencia?
(La Srta.Casawel sale de escena)
MOLI. Van a enviar un inspector, o sargento, o algo
parecido.
GIL. Pero le va a resultar imposible llegar hasta
aquí.
MOLI. Eso mismo le dije yo, pero no pareció
importarles.
GIL. Tonterías: ni un Jeep podría abrirse pasa con
tanta nieve. De todas formas ¡A que viene esto!
MOLI. Eso mismo le pregunte yo, pero no me
respondieron. Solo me pidieron que le dejara bien claro a mi marido que tendría
que cooperar en todo con el sargento... Troter, creo que se llama, y le
obedeciera sin rechistar ¿No te parece muy raro?
GIL. ¿Qué tripa se le habrá roto?
MOLI. Pues no sé, pero algo habremos hecho…
GIL. Puede que tenga que ver con la casa. Seguro que
se nos ha olvidado tramitar algún papel.
MOLI. ¡Vaya por Dios!, ojala nunca hubiéramos
abierto. Vamos a estar aislados hasta no se sabe cuándo, todo el mundo de mal
humor, y la comida a punto de acabarse.
GIL. Anima esa cara, cariño. Mira, Moli, si lo
piensas bien, algo muy serio tiene que ser para que un policía se arriesgue a
venir a pie con esta nevada. Debe ser
algo muy urgente…
(Gil y Moli se miran con inquietud y la Sra. Bol regresa a
escena. Gil sale de escena)
SRA.BOL. Sra. Ralston, si me permite que se lo diga,
el joven que se aloja aquí es muy raro.
MOLI. Cristofer Wren es arquitecto…
SRA.BOL. Me suena a cuento chino, yo no me fiaría
mucho: al fin y al cabo ¿qué sabe usted de él?
MOLI. Lo mismo que se de usted, Sra. Bol: que ambos
nos pagan. No entro si en los huéspedes son de mi agrado... (Con segundas) o
no.
SRA.BOL. ¿Y qué me dice de ese extranjero? No le
esperaban, ¿verdad?
MOLI. Negarle asilo a quien le solicita va contra la
ley. Debería usted saberlo… (Con
segundas) ya que fue usted juez en su día, Sra.Bol.
SRA.BOL. Solo digo que ese Paravinci, o como se
llame, me da la impresión de ser...
(Paravinci entra sin hacer ruido)
PARAVINCI: Cuidado, mi querida señora que hablando
del rey del roma, por la puerta asoma. ¡Ja, ja, ja!
(La señora
Bol da un respiro)
SRA.BOL. No le he oído entrar.
PARAVINCI. He entrado de puntillas, así… (Hace una
demostración) si no quiero que nadie me oiga, nadie me oye. Lo encuentro de lo
más divertido.
SRA.BOL. ¿De veras?
PARAVINCI. De hecho una vez una joven…
SRA.BOL. (Se levanta) bueno debo seguir con mis
cartas.
(La
señora Bol entra en la salita. Moli la sigue hasta la puerta).
PARAVINCI. Mi encantadora anfitriona parece disgustada.
¿Qué le pasa?
MOLI. Hoy todo son problemas por culpa de la nieve.
PARAVINCI: Si, desde luego, la nieve complica las
cosas o tal vez las facilite.
MOLI: No lo entiendo.
PARAVINCI: Para empezar diría que no tiene mucha idea
de cómo llevar un hotel.
MOLI: Puede de que no, pero tenemos la intención de
ganarnos la vida con ello.
PARAVINCI. (Se va detrás del sofá y toma la mano de
Moli , pero ella lo rechaza y se aparta de él)¿Me permite una advertencia,
señora Ralston? Usted y su marido no deben de ser tan confiados: ¿tienen alguna
referencia de sus huéspedes?
MOLI. No, pensé que a la gente se le hospeda sin
pedir explicaciones…
PARAVINCI. Conviene saber algo de quien va a dormir
bajo si mismo techo .Fíjese en mi, por ejemplo, podría ser un atracador, o un
ladrón o un fugitivo de la justicia o hasta un asesino…
MOLI. ¡Basta! Aunque en el caso de la señora Bol…
(La
señora Bol entra y Moli se sobresalta)
SRA.BOL. ahí
dentro no hay quien pare de frio.
(El
Com.Cal entra en escena por el recibidor y se dirige a Moli)
COM.CAL. Señora
Ralston , me temo que las cañerías se han helado.
MOLI. ¡¡ Vaya por Dios, menudo día!! Primero la
policía y luego las cañerías.
SRA.BOL. (Sobresaltada) ¿La policía?
MOLI. Si, acaban de llamar diciendo que van a enviar
un agente (mira por la ventana), pero dudo mucho que consiga llegar.
(Gil
entra con un cesto lleno de leños)
GIL. ¡Queda muy poco carbón!.. Pero, ¿a qué vienen
esas caras?
COM.CAL. Al parecer la policía esta de camino: ¿sabe
por qué?
GIL. ¡Ah!, ya lo sabía, pero les va a ser imposible
llegar, todas las carreteras están cerradas, porque hay más de un metro de
nieve.
(Se
oyen tres golpes secos en la ventana, al tiempo que el sargento Troter aprieta
el rostro contra los cristales para asomarse a la sala. Moli da un grito. Gil
se acerca a la ventana y la abre de par en par. El sargento Troter que lleva
puestos unos esquís, parece un joven campechano y animoso.)
TROTER. ¿Es usted el señor Ralston?
GIL. Si.
TROTER. Encantado. Soy el sargento Troter, de la
policía de Berky. ¿Puedo pasar?
GIL. Por supuesto.
TROTER. Gracias, caballero.
(Gil sale a recibir al sargento dejándose la ventana abierta)
PARAVINCI. ¿Por qué has avisado a la policía, señora
Ralston?
MOLI. Pero si
no he sido yo.
(Cristofer entre desde la salita y se acerca al sofá)
CRISTOFER. ¿Quién era ese? ¿De dónde ha salido?
SRA.BOL. El caballero es un policía. ¡Un policía
esquiando!
(Gil y Troter entran en
escena. Troter trae los esquís en la mano)
GIL. Les presento al señor Troter.
TROTER. Buenas
tardes.
(Gil y Troter salen por el arco del recibidor)
COM.CAL. Disculpe, señora Ralston, ¿Me permitiría hacer
una llamada?
MOLI. Desde luego, comandante.
(El Com.Cal se dirige al teléfono y marca un número)
COM.CAL. ¡Hola! ¡Hola…! Señora Ralston se ha cortado
la línea.
CRISTOFER. Hace media hora funcionaba…
COM.CAL. Supongo que será culpa de la nieve.
CRISTOFER. De
modo que nos hemos quedado incomunicados. ¿No lo encuentran divertido?
COM.CAL. Yo no
le veo la gracia.
SRA.BOL. Yo
tampoco.
CRISTOFER. No importa, son cosas mías. Silencio que
vuelve el sabueso.
(Troter regresa al salón acompañado de Gil)
TROTER. Ya
podemos empezar.
(Moli se acerca a él)
GIL. ¿Quiere hablar con nosotros en privado?
TROTER. No es necesario, caballero. Tardaremos menos
si todo el mundo está presente.
MOLI. ¿Le importaría decirnos de una vez que hemos
hecho?
TROTER. (Sorprendido) ¿Qué que han hecho? Oh, no, no
se trata de nada de eso. El asunto que me trae aquí es muy diferente. Este
asunto está relacionado con el asesinato de la señora Maura Lyon. El crimen se
cometió ayer. Tal vez haya leído algo sobre el caso en los periódicos.
MOLI. Yo lo escuche por la radio. ¿La mujer
estrangulada?
TROTER. Exactamente, señora. Puede que la conocieran
con otro nombre. Maura Lyon no era su verdadero nombre. Tenía antecedentes
penales. Su verdadero nombre era Maura Stan. Su
marido John Stan era el propietario de la granja Longridge.
GIL. ¿No es el lugar donde aquellos niños…?
TROTER. Exacto.
SRTA.CASAWEL. Aquellos tres niños… ( Se sienta mientras
todos la obervan)
TROTER. Así es, señorita. Los Corrigan, dos niños y una
niña. Quedaron bajo custodia judicial mientras se les buscaba una familia
adoptiva. El señor y la señora Stanning se hicieron cargo de ellos. Uno de los
niños murió a consecuencia de los malos tratos. Los Stanning fueron condenados
a prisión. El señor Stanning murió en la cárcel y ella fue puesta en libertad
tras cumplir la condena. Ayer, como digo, apareció estrangulada en el 24 de l
calle Culver.
MOLI. ¿Se sabe quién lo hizo?
TROTER. A eso
voy. Se encontró un cuaderno cerca de la escena del crimen. Había anotadas en
el dos direcciones. Una era el 24 de la calle Culver, y la otra… era de la
mansión Monkswell. Por eso el comisario Hogben consideró oportuno envíame aquí
para investigar cualquier posible conexión con el caso de la granja Longridge.
GIL. No hay ninguna conexión...,¡absolutamente
ninguna! Será pura conincidencia.
TROTER. Al comisario Hogben no le parece que sea una
simple coincidencia, señor…
GIL. ¿Qué clase de peligro cree que corremos? ¡Por
todos los demonios! ¿Está usted sugiriendo que alguno de nosotros va a ser
asesinado?
TROTER. No quiero asustar a ninguna de las damas
presentes, pero francamente, si…, existe una posibilidad.
MOLI. ¿Tiene algo más que contarnos, sargento?
TROTER. Si, señora Ralston. Bajo las direcciones
había algo escrito: “ Tres ratones ciegos”. Y en el cadáver de la mujer se
encontró una nota que decía: “Éste es el primero”. Y bajo la frase había
dibujados tres ratones y un pentagrama con la melodía de la canción de cuna
“Los tres ratones ciegos”
GIL. Eran tres niños y uno de ellos murió. ¿Qué fue
de los otros dos?
TROTER. A la niña la adoptaron. No hemos sido capaces
de dar con su paradero. El mayor debe tener ahora unos veintidós años. Estaba
un poco mal de la cabeza.
MOLI. Y va a presentarse aquí para cometer un
asesinato… Pero, ¿Por qué motivo?
TROTER. El comisario está convencido de que tiene que
haber alguna relación. ( A Gil) De modo que usted, señor, declara no tener nada
que ver con el caso de la granja Longridge.
GIL. Así es.
TROTER. ¿Puede decirse lo mimos de usted, señora?
MOLI. (Intranquila) No…, quiero decir…, yo no tengo
nada que ver.
(La Sra.Bol pone gesto de desaprobación)
TROTER. ¿Pueden decirme todos ustedes cómo se llaman,
por favor?
SRA.BOL. Esto es absurdo. Somos meros huéspedes de
este hotel. No tenemos nada que ver con este asunto.
TROTER. Pero habían planeado la estancia de antemano.
Ya tenían habitación reservada.
SRA.BOL. Eso es cierto. Todos menos el señor… (Mira a
Paravinci)
PARAVINCI. Paravinci. Sufrí un accidente por culpa de
la nieve.
TROTER. Entiendo. Pero ahora, solo me interesa una
cosa y quiero que me respondan al instante: ¿alguno de ustedes tiene relación
con el caso de la granja Longridge? (Silencio sepulcral) No son conscientes de
la gravedad del asunto. ¿Saben? Uno de ustedes corre peligro…, grave peligro. Y
debo saber quién es. (Silencio sepulcral otra vez.) Muy bien, les preguntaré
uno a uno. (A Paravinci.) Primero usted. ¿Señor Pari…?
PARAVINCI. Para,
Paravinci. Pero, amigo, no tengo ni
la más remota idea de lo que está preguntando. Soy extranjero y no sé
nada de unos sucesos acaecidos.
TROTER. (Hacia la Sra.Bol.) Y usted, ¿señora…?
SRA.BOL. Bol. No entiendo a que viene esto… y además
me parece una impertinencia… ¿Por qué habría de tener algo que ver con… este
penoso asunto?
(El Com.Cal la mira severamenre.)
TROTER. (Mirando a la Srta.Casawel.) ¿Señorita…?
SRTA.CASAWEL. (Muy despacio) Casawel. Leslie Casawel. Ni he
oído hablar de la granja Longridge ni sé nada del asunto.
TROTER. (Acercándose al Com.Cal.) ¿Y usted,
caballero?
COM.CAL. Cal… Comandante del ejército. Leí la noticia
en el periódico por aquel entonces. No tengo relación personal con el asunto.
TROTER. (A Cristofer.) ¿Y usted?
CRISTOFER. Cristofer Wren. No era más que un crío
cuando todo aquello sucedió.
TROTER. ¿Eso es todo lo que tienen que decir?
(Silencio. Troter se coloca en el centro.) Muy bien si uno de ustedes aparece
muerto, habrá sido culpa suya. Y ahora, señor Ralston, ¿puedo echar un vistazo
a la casa?
(Troter sale de escena con Gil. Paravinci toma asiento junto
la ventana.)
CRISTOFER. (Poniéndose de pie.) ¡Menudo melodrama!,
¿no les parece? ¡Como admiro a los policías! Tan impasibles y tan serios. ¡Qué
emoción! “Los tres ratones ciegos”.
SRA.BOL. Haga el favor, señor Wren.
CRISTOFER. ¿No le gusta? (Se acerca a la Sra.Bol)
Pero si esa canción lleva su firma…, la firma del asesino. Imagine lo que se
debe de estar divirtiendo ahora a cuenta de la cancioncita.
SRA.BOL. ¡No me vengas con tonterías!
CRISTOFER. Ya verá, señora Bol, ya verá cuando me
acerque a usted por la espalda sin hacer ruido, y sienta mis manos alrededor de
su cuello…
SRA.BOL. (Poniéndose de pie) ¡Basta ya!
CRISTOFER. ¡Menuda cara se les ha quedado!
(Cristofer sale de escena. Moli entra desde el comedor)
MOLI. ¿Dónde está Gil?
SRTA.CASAWEL. Ha ido a llevar al policía de
visita guiada por la casa.
COM.CAL (Acercándose a la Sra.Bol) Creo que era usted
uno de los magistrados de la sala de audiencias cuando sucedió todo aquello. De hecho, usted fue la
responsable de enviar a esos tres niños a la granja Londgridge.
SRA.BOL. Vamos, comandante Cal. Nadie puede hacerme
responsable. Teníamos informes muy positivos de los servicios sociales. Los
granjeros parecían idóneos y estaban deseando tener niños. Todo era perfecto.
COM.CAL. Golpes, patadas, hambre…: una pareja de auténticos sádicos.
SRA.BOL. ¿Y cómo iba yo a saberlo? Hablaban
maravillas de ellos.
MOLI. Si, mis sospechas eran ciertas: Fue usted…
(El Com.Cal mira a Moli y Paravinci estalla en carcajadas)
PARAVINCI. Tendrán que perdonarme, pero es que
encuentro todo esto de lo más divertido. Me lo estoy pasando en grande.
(Sin dejar de reír, Paravinci se retira de la sala)
SRA.BOL. ¡No me gusta nada ese hombre!
SRTA.CASAWEL. ¿Le dijo Paravinci anoche de dónde
venía?
MOLI. No.
SRTA.CASAWEL. Me parece un vivales. Además, se
maquilla: usa colorete. ¡Qué asco! Y encima debe ser un vejestorio.
MOLI. Y sin embargo, se mueve con la agilidad de un
niño.
(Sale el Com.Cal. Hay una pausa la Sra.Bol mira con
incomodidad primero a Moli y luego a la Srta.Casawel, que la están observando,
más tarde sale de la habitación. En la salita alguien toca “Los tres ratones
ciegos”
MOLI. ¡Qué canción más espantosa!
SRTA.CASAWEL. ¿No le gusta? Quizá le recuerde a una
infancia desgraciada.
MOLI. Yo tuve una infancia feliz. ¿Usted no?
SRTA.CASWEL. No, pero hace mucho tiempo de eso. Una
acaba por superarlo. O tal vez no. Es muy difícil saberlo.
MOLI. Según dicen, las experiencias que se tiene en
la infancia te marcan de por vida.
SRTA.CASAWEL. Dicen…dicen… ¿Quién lo dice?
MOLI. Los psicólogos.
SRTA.CASAWEL. Majaderías. Una sarta de
estupideces. No soporto ni a los psicólogos ni a los psiquiatras. No dicen más
que tonterías. Cada uno es dueño de su vida. Hay que mirar siempre adelante y
no volver la vista atrás.
MOLI. Una siempre acaba mirando a su pasado.
SRTA.CASWEL. No tiene por qué se así. Es cuestión de
fuerza de voluntad.
MOLI. Tal vez.
SRTA.CASAWEL. Lo digo por experiencia.
MOLI. Ojalá tuviera razón… (suspira), pero a veces
pasan cosas que te hacen volver la vista atrás.
SRTA.CASAWEL. No se rinda: ¡vuélvales la espalda!
MOLI. No estoy muy segura de que esa sea la mejor
actitud. A lo mejor usted se equivoca. Quizá debamos enfrentarnos de lleno a
esas cosas.
SRTA.CASAWEL. Depende de a qué cocas se refiera. No
voy a dejar que nada en el pasado afecte a mi presente. Si miro atrás, no será
para lamentarme.
(Gil y Troter bajan por las escaleras. La Srta.Ccasawel
entra en el comedor. Moli se levanta. Gil entra y se acerca a Moli mientras
Troter se dirige a la puerta de la salita.
TROTER. ¿Qué hay aquí? ¿Una sala de estar? (Abre la
puerta y se oye el piano con mayor claridad). Disculpe señora, pero tengo que
explorar el terreno. (Cierra la puerta)
GIL. (Acercándose a Moli) Moli, ¿qué pasa aquí?
(Troter reaparece por las escaleras)
TROTER. Bueno ya puedo dar por terminada la
inspección. No hay nada sospechoso. Creo que es hora de informar a mis
superiores. (Se dirige al teléfono)
MOLI. Pero no va a poder llamar: no tenemos línea…
TROTER. (Volviéndose bruscamente) ¿Qué? (Levanta el
auricular y escucha) ¿Desde cuándo?
MOLI. Desde poco después de llegar usted.
TROTER. Pero antes de eso había líena.
MOLI. Por supuesto. Supongo que se cortó por el
temporal.
TROTER. ¿No la habrá cortado alguien a propósito? (Cuelga
el auricular)
GIL. ¿Cortar la línea? ¿Y por qué iban a cortarla?
TROTER. Señor Ralston, ¿puede decir que sabe usted de
los huéspedes?
GIL. Yo…, nosotros…, la verdad es que sabemos más
bien poco.
TROTER. ¡Vaya!
GIL. La señora Bol nos escribió desde un hotel, el
comandante Cal… ¿ dónde era?
MOLI. Leamington.
GIL. Wren
escribió desde Hamptead y Casawel desde un hotel en el sur de Inglaterra. De todas formas,
supongo que todos tendrán documentos que
los identifiquen.
MOLI. Pero aunque este… maniaco quiera venir a
matarnos, de momento la nueve nos mantendrá a salvo. Aquí no podrá llegar nadie
hasta que se derrita.
TROTER. A menos que ya se encuentre aquí…
GIL. ¿Aquí?
TROTER. ¿Y por qué no, señor Ralston? Todos los
huéspedes llegaron ayer por la tarde,
horas después del asesinato de la señora Stanning. Tuvieron margen de
tiempo suficiente.
GIL. Salvo Paravici, todos habías hecho reserva.
TROTER. Bueno, ¿y qué? Estos asesinatos ya estabas
planeados.
GIL. ¿Asesinatos? Sólo ha habido un crimen, el de la
calle Culver. ¿Por qué está tan seguro de que habrá aquí otro?
TROTER. Espero que no vaya a cometerse aquí…, si es
que yo puedo impedirlo. Pero tengo la certeza de que alguien lo va a intentar.
GIL. Eso parece descabellado.
TROTER. No es
en absoluto descabellado: a los hechos me remito.
MOLI. ¿Tiene usted una descripción del atuendo que
ese individuo llevaba en Londres?
TROTER. Estatura media, constitución indeterminada,
abrigo oscuro, sombrero de fieltro y el rostro oculto tras una bufanda. Hablaba
en susurros. Hay tres abrigos oscuros colgados. Y uno de ellos es el suyo,
señor Ralston…También hay tres sombreros de fieltro… Pero es el teléfono lo que
más me preocupa. Si lo han cortado…
MOLI. Tengo que empezar a preparar la cena.
(Moli sale de escena. Gil recoge el guante que Moli había
olvidado sobre el sillón del centro y no manosea distraídamente. Saca entoces
del guante un billete de autobús de Londes y se queda observando. Luego mira
otra vez en la dirección por donde ha salido Moli y vuelve a mirar el billete.)
TROTER. ¿Tienen algún teléfono supletorio?
(Gil mira el billete, frunce el ceño y no responde)
GIL. Disculpe, ¿decía usted algo?
TROTER. Si, le he preguntado si tiene algún teléfono
supletorio.
GIL. Si, arriba en nuestra habitación.
TROTER. ¿Le importa subir a comprobar la línea?
(Gil sale de escena, con el guante y el billete. Parece
desconcertado. Troter sigue el cable del teléfono hasta la ventana, descorre
las cortinas y la abre. Está anocheciendo. Saca una linterna y salta por la
ventana. La Sra.Bol entra en escena, se pone a tiritar y observa que la ventana
está abierta.)
SRA.BOL. ¿Quién habrá dejado la ventana abierta?
(Cierra la ventana y corre la cortina. Se dirige luego a la radio y la
enciende…)
Voz radiofónica:
para entender lo que he dado en llamar la mecánica del miedo, se ha de estudiar
que en efecto tiene exactamente sobre la mente humana. Imagínese, por ejemplo,
que se encuentran a solas en una habitación. Está anocheciendo. Una puerta se
abre lentamente a sus espaldas…
(La puerta del comedor se abre. Se oye a alguien silbando la
tonada de “Los tres ratones ciegos” La SRA.BOL se vuelve sobresaltada.)
SRA.BOL. (Aliviada) ¡Vaya, es usted! No encuentro
ninguna emisora que merezca la pena. Sale una mano por detrás de la puerta que
acciona el interruptor. Se apagan las luces.) Pero… ¿qué está haciendo? ¿Por
qué apaga la luz?
(Se oyen gritos ahogados y un forcejeo con la radio de fondo
a todo volumen al poco se escucha caer al suelo pesadamente un cuerpo. Moli
entra por el arco del recibidor y se detiene perpleja.)
MOLI. ¿Quién ha apagado la luz? ¿Y por qué está tan
alta la radio?
(Enciende la luz y se dirige a la radio. Enseguida ve a la
Sra.Bol estrangulada en el suelo y grita mientras se apagan las luces.)
Segundo acto
El mismo escenario. Diez minutos más tarde.
(Cuando se levanta el telón, el cadáver
de la SRA.BOL
se ha retirado del escenario y todo el mundo está congregado en el salón.
TROTER preside la reunión sentado ante la mesa. MOLI está de pie, y todos los
demás, sentados: el COM. CAL en el sillón de cuero, CRISTOFER en una silla, GIL
en un peldaño de la escalera, y la SRTA. CASAWEL y PARAVINCI en el sofá.)
TROTER. La señora
Bol acababa de ser asesinada. Cuando la he encontrado al venir de la cocina: ¿Está
segura de no haber visto ni oído nada desde el pasillo?
MOLI. Solo se oía la radio a todo volumen. ¿Cómo iba a escuchar nada?
TROTER.
Tal era sin duda la atención del asesino… (Con segundas) o asesina. Tengo que
asegurarme. Piense que si el asesino ha huido del salón por este lado (señala a
la izquierda) podría haberla oído a usted venir desde la cocina y se habría
visto obligada a escapar. Y en este caso usted habría escuchado algo.
MOLI.
Creo haber oído el chirrido de una puerta al cerrarse, nada más salir yo de la
cocina…
MOLI.
¿Cerca o lejos de usted?
MOLI.
(A punto de romper a llorar) No lo sé. Ni siquiera estoy segura de haber oído
nada. (Se dirige al sillón de cuero y toma asiento)
GIL.
(Poniéndose de pie furioso) ¿Puede dejar de presionarla? ¿No ve que está
destrozada?
TROTER.
(Bruscamente) Estamos investigando un asesinato, la Sra.Bol está muerta sino
llegamos al fondo de este asunto rápido, podría haber otro asesinato.
GIL.
¿Otro? ¿Por qué?
TROTER.
(Con gravedad) Porque había tres ratones ciegos.
GIL.
¿Tres ratones, tres asesinatos? Pero
entonces tendría que haber alguna otra persona relacionada con el caso de la
granja Longridge.
TROTER.
Sí, así es.
GIL.
Pero, ¿Por qué tiene que cometerse aquí el último asesinato?
TROTER.
Porque solo había dos direcciones en el cuaderno que encontramos. Y en la calle
Culver solo había una posible víctima. Y está muerta. Pero aquí las
posibilidades son más amplias. (Mira con gesto insinuante a todos los
presentes).
SRTA.CASAWEL.
Sería demasiada casualidad que dos personas reunidas aquí por azar estuvieran
relacionadas con aquel caso.
TROTER.
No sería en absoluto casual, señorita Casawel (Se levanta). Ahora quisiera
saber exactamente donde estaba cada uno de ustedes en el momento del asesinato.
Moli, usted estaba en la cocina salió al salón y encontró a la señora Bol y
gritó.
MOLI.
Sí, he gritado y gritado. Y al rato ha llegado todo el mundo.
TROTER. Usted Gil, ha subido a su dormitorio a probar
el teléfono supletorio. ¿Dónde se hallaba usted cuando ha oído gritar a Moli?
GIL.
Me encontraba todavía en el dormitorio, me he asomado por la ventana para ver
si el cable estaba cortado pero no he visto nada. Nada más cerrar la ventana,
he oído los gritos de Moli y me he precipitado escaleras abajo.
TROTER.
Hacer algo tan sencillo le ha llevado un buen rato, ¿no cree, Gil?
GIL.
No.
TROTER.
Señor Wren, su declaración.
CRISTOFER.
(Se pone en pie) Estaba en la cocina por si Moli necesitaba ayuda. Después, he
subido a mi habitación.
TROTER.
¿Por qué?
CRISTOFER.
A veces uno necesita estar solo para asearse y peinarse un poco.
TROTER. (Mirando con severidad el pelo alborotado de Cristofer).
¿Y ha oído gritar a Moli?
CRISTOFER.
Sí.
TROTER.
¿Y ha bajado en el acto?
CRISTOFER.
Sí.
TROTER.
Es curioso que usted y Gil no se hayan cruzado en la escalera.
(Cristofer y Gil se miran)
CRISTOFER. He bajado por la escalera de servicio. Está
más cerca de mi habitación. También he subido por la de servicio (se dirige a
la silla del escritorio y toma asiento)
TROTER. Señor
Paravinci, su turno.
PARAVINCI.
Yo estaba en la salita tocando el piano (Se pone en pie).
TROTER.
¿Quién más cree que puede haberle oído?
PARAVINCI.
(Sonriendo) No sé. Estaba tocando muy, muy bajito…
MOLI.
Tocaba usted “Los tres ratones ciegos”.
PARAVINCI.
Sí, es una melodía que resulta muy pegadiza.
MOLI.
Pues a mí me parece horrible.
PARAVINCI.
Y aun así, no se le quita a uno de la cabeza, también había alguien silbándola.
TROTER.
¿Silbándola? ¿Dónde?
PARAVINCI.
No estoy seguro.
TROTER.
¿Quién estaba silbando “Los tres ratones ciegos”? (Nadie responde) ¿Se lo está
inventando, Paravinci?
PARAVINCI.
No.
TROTER.
Continúe.
PARAVINCI.
(Levantando un dedo) Estaba tocando y entonces he oído la radio. Estaba tan
alta que casi me taladraba los tímpanos. Y luego, de repente, he escuchado los
gritos de Moli. (Toma asiento en el sofá)
TROTER.
(Acercándose a la mesa y apuntando con el dedo) ¿Y usted, señorita Casawel?
SRTA.CASAWEL.
Yo estaba escribiendo una carta en la biblioteca.
TROTER.
¿Ha oído algo extraño en el salón?
SRTA.CASAWEL.
No he oído nada hasta que Moli ha
gritado.
TROTER.
¿Y qué ha hecho usted entonces?
SRTA.CASAWEL.
Entrar aquí.
TROTER.
¿Inmediatamente?
SRTA.CASAWEL.
Eso creo.
TROTER.
No parece que haya ninguna carta a medio terminar en la biblioteca.
SRTA.CASAWEL.
(Poniéndose en pie) Aquí la tengo. (Abre el bolso, saca una carta y se le
entrega a Troter)
(Troter la mira y luego se la devuelve y ella se
aparta)
TROTER. (Se pasea por el escenario) Si yo oyese a
alguien gritar como si la estuviesen matando mientras redacto una carta, dudo
mucho que me tomara la molestia de recoger la carta a medio terminar, doblarla
cuidadosamente y guardarla en el bolso antes de salir a ver qué está pasando.
TROTER.
(Acercándose al Com. Cal) Y usted, Comandante
Cal, ¿dónde se encontraba?
COM.CAL.
En la bodega.
TROTER. ¿Y puede saberse qué le ha llevado hasta allí?
COM.CAL.
(En tono amable) La curiosidad. Bonita bodega tienen ustedes allí.
MOLI.
Gracias.
COM.CAL.
Diría que es la cripta de un viejo monasterio. Probablemente por eso esta
mansión se llama “Monkswell”. Si no me equivoco, el nombre significa “pozo de
monje”.
TROTER.
Estamos investigando un asesinato. Moli dice que ha oído el chirrido de una
puerta al cerrarse. La puerta del trastero chirría al cerrarse. Podría ser que,
tras matar a la señora Bol, el asesino haya oído a Moli salir de la cocina y
haya decidido ocultarse en el trastero y cerrar la puerta tras él.
(Moli se levanta y se acerca al sofá
para sentarse. Se produce un silencio.)
CRISTOFER.
(Levantándose) Entonces habrá huellas dactilares dentro del trastero.
COM.CAL.
Pero los delincuentes suelen ser precavidos y ponerse guantes, ¿no es cierto?
TROTER. Es lo más habitual. Pero todos los delincuentes
acaban cometiendo alguna equivocación.
GIL.
(Acercándose a Troter) ¿No estamos perdiendo un tiempo precioso? (Sin acabar la
frase, Gil sale de escena por la puerta de salita.)
TROTER.
¡Gil! (Llamándolo con autoridad, Gil vuelve a escena de mala gana y se queda de
pie junto a la puerta. Troter se pasea por detrás de la mesa) Hay que
determinar quién ha tenido ocasión de cometer el crimen y cuál ha sido el
móvil. Cualquiera de ustedes ha podido hacerlo. (Se oyen murmullos de
protesta.)
GIL.
Habla usted como si todos fuéramos sospechosos.
TROTER.
Ante un asesinato, nadie está libre de sospecha.
GIL.
Pero saben ustedes de sobra quién mató a esa mujer de la calle Culver. Piensan
que fue el mayor de esos tres niños de la granja. Un joven mentalmente
inestable. Y aquí solo hay una persona así. (Señala a Cristofer).
CRISTOFER.
No es cierto. Ustedes me quieren incriminar en un asesinato que no he cometido.
(Se acerca a Cal)
COM.CAL.
(De pie y amable) Calma, muchacho.
MOLI.
No pasa nada Cris, nadie está contra ti.
TROTER.
Nosotros no incriminamos a nadie porque no tenemos pruebas.
GIL.
Solo hay una persona que encaje en la descripción y debería arrestarla.
MOLI.
Troter ¿puedo hablar con usted un momento?
TROTER.
Claro.
(Se quedan solos)
TROTER.
¿Qué tiene que decirme?
MOLI.
¿Usted cree que el asesino es el mayor de los tres niños de la granja?
TROTER.
Lo único que sabemos es que la mujer que maltrataba a esos niños ha sido
asesinada y la juez del caso también.
Además, han cortado la línea telefónica.
MOLI.
Puede que sea por la nieve.
TROTER.
No, alguien ha cortado el cable y todo apunta en una misma dirección.
MOLI.
Ya sé que todo apunta a Cristofer pero
no creo que haya sido él. ¿Esos niños no podían tener algún pariente?
TROTER.
La madre murió y el padre era sargento del ejército y estará ya retirado. No
conocemos su paradero.
MOLI.
Si el hijo está desequilibrado quizás el padre podría haber perdido la cabeza y
querer vengarse y entonces el asesino podría ser una persona mayor. A
propósito, cuando ha llamado la policía Cal parece haberse alterado. Un hombre
mayor, militar…
TROTER.
¿Algo más?
MOLI.
Si, a Paravinci se le cayó el atizador al suelo cuando dije que la policía
había llamado. Es mayor, extranjero y lleva maquillaje, es posible que viaje de
incógnito.
TROTER.
Se empeña mucho en defender a Cristofer.
MOLI.
Simplemente me parece inocente.
TROTER.
He barajado todas las posibilidades, ¿recuerda que había una niña, aparte de
los tres niños y su padre?
MOLI. ¡Ah,
sí! la hermana.
TROTER.
Entonces el asesino también podría ser mujer.
MOLI.
¿Está pensando en Casawel?
TROTER.
Podría ser usted misma, encaja como sospechosa, o su marido. ¿Hasta qué punto
conoce a su marido?
MOLI.
Lo conozco muy bien. Y ni siquiera estaba en Londres cuando sucedió el
asesinato. Estaba comprando alambre, pero no lo encontró.
TROTER.
De aquí a Londres apenas hay unas horas.
MOLI.
¡Él no estaba allí!
TROTER.
¿Este es el abrigo de su marido? (Saca del bolsillo del abrigo un periódico)
¡Anda! un periódico londinense con fecha de ayer.
MOLI. Sí, es su abrigo, pero lo del periódico es
imposible.
(Moli se queda sola mirando el periódico y entra
Cristofer)
CRISTOFER.
¿Dónde esta el sargento?
MOLI. Acaba de salir.
CRISTOFER.
¿Sabes de algún sitio de la casa donde pueda esconderme? Porque van a acusarme
de esos asesinatos.
MOLI.
No puedes pasarte la vida huyendo. Algún día tendrás que madurar. No te llamas
Cristofer ¿verdad? Ni eres arquitecto.
CRISTOFER.
No. Me resulta divertido ponerme ese nombre.
MOLI.
¿Y cuál es tu nombre?
CRISTOFER.
No quiero entrar en eso. Deserté del servicio militar… Sé que encajo con la
descripción del sospechoso. Si mi madre no hubiese muerto, no hubiese tenido
estos problemas.
MOLI.
En esta vida surgen problemas y hay que saber afrontarlos. Lo digo por
experiencia, algo me ocurrió hace mucho tiempo, yo era una niña y también
intento quitármelo de la cabeza.
CRISTOFER.
Así que tú también huyes de los
problemas en vez de enfrentarte a ellos.
MOLI.
Sí. Vaya, para habernos conocido ayer
tenemos bastantes cosas en común.
CRISTOFER. Podría robarle los esquís al sargento y
huir. Total, ya me cree culpable.
MOLI.
Es lo peor que podrías hacer, porque no eres el único sospechoso. (Saca el
periódico y se le enseña) Odio al sargento, te mete en la cabeza cosas que no
son ciertas.
CRISTOFER.
¿De qué hablas?
MOLI.
¿Ves esto? (Enseñándole el periódico) Es de Londres, estaba en el abrigo de
Gil, y él no estuvo allí ayer supuestamente.
CRISTOFER.
Tampoco es tan grave, quizá terminó yendo a Londres, pero, al enterarse del
crimen, no quiso decirte nada.
MOLI.
Él no sabía nada del asesinato…. O quizá si… Yo empiezo a dudar de todos, hasta
de la persona que amo. Tal vez nadie conozca de verdad a nadie…
(Entra Gil)
GIL.
¿Interrumpo algo?
MOLI.
No. (Yéndose) Tengo que hacer la comida.
CRISTOFER.
Yo te ayudo.
GIL.
De eso, ni hablar; no se acerque ni a la cocina ni a mi mujer. No quiero que
sea la siguiente víctima.
CRISTOFER.
¿Acaso piensa que soy el asesino?
GIL.
Su perfil encaja muy bien con el del sospechoso .y yo solo me preocupo por la
seguridad de mi esposa.
CRISTOFER.
Yo también me preocupo por ella, así que no la voy a dejar a solas con
usted porque usted también es
sospechoso.
MOLI.
Cris, déjanos solos.
(Cris se va)
GIL.
¿Qué pasa? ¿Te has vuelto loca? ¡Está
chalado!
MOLI.
¡Lo único que le pasa es que no es feliz! Y es totalmente inofensivo y, además,
sé cuidarme sola.
GIL.
¿Qué hay entre vosotros? ¿Os conocíais?
¿Quedasteis aquí? Porque es raro que haya venido a alojarse a un lugar tan
apartado como este.
MOLI.
Nunca en mi vida lo había visto.
GIL.
Quizás hayas hecho alguna escapada a Londres para verlo a escondidas.
MOLI.
Llevo semanas sin ir a Londres.
(Gil saca un guante y un billete de autobús y se lo
enseña)
GIL.
Al parecer sí fuiste a Londres…
MOLI.
¡Sí, pero tú también! (le enseña el periódico) Lo encontré en tu abrigo.
GIL.
Fui a Londres. ¿Y tú porque fuiste?
MOLI.
No voy a decírtelo.
GIL.
Te estás volviendo loca.
(Entra Paravinci)
PARAVINCI.
El sargento no encuentra sus esquís y está muy enfadado.
MOLI.
¡¡¡Cristofer!!!
(Entra Troter)
TROTER.
¿Han guardado mis esquís? Necesito ir a buscar refuerzos.
PARAVINCI.
Quizás alguien ha querido huir…
(Entra Cristofer)
MOLI.
¡Menos mal que no te has ido!
TROTER.
Mis esquís han desaparecido y me han dejado sin posibilidad de ponerme en
contacto con el exterior. Quiero que vengan todos aquí.
MOLI.
Iré a buscar a Casawel.
(Entran Cal y Casawel)
TROTER:
¿Quien me ha cogido los esquís?
COM.CAL.
Yo no les he visto, estaba en la bodega pero podemos buscarlos entre todos.
TROTER.
Tal vez es eso lo que quiere el asesino, separarnos para volver a atacar. Tres
ratones ciegos: dos ya han caído… queda el tercero. Podría ser cualquiera de
nosotros.
MOLI.
Yo tengo que ir a hacer la comida.
PARAVINCI.
La acompaño aunque no sé si a su marido le hará gracia. (Se dirige a la cocina
tarareando la canción de los ratones) Hay que ver que cancioncilla tan alegre
‘’pues la cola le corto con cuchilla de afeitar chas chas’’
GIL.
No asuste a mi mujer.
(Moli y Gil se van, se quedan Paravinci Troter y
Casawel)
TROTER.
Paravinci me parece que hay muchos cabos sueltos en su relato. ¿A dónde se
dirigía antes de llegar aquí?
PARAVINCI.
A visitar a una amistad, la cual no creo que tenga nada que ver con esto.
TROTER.
A la policía le gusta conocer todos los detalles. No creo que sea usted tan
viejo como pretende aparentar (en tono sarcástico) ¿De dónde venía usted
anoche?
PARAVINCI:
De Londres, siempre me hospedo en el Ritz. ¡Qué serio se pone usted sargento!
TROTER.
No olvide que usted está implicado en un caso de asesinato.
PARAVINCI.
Iré a ver si encuentro sus esquís (se va y le sigue Casawel)
TROTER.
No se vaya señorita, me gustaría que me aclarase usted un par de cosas.
SRTA.CASAWEL.
¿Qué quieres saber?
TROTER.
¿Qué la ha traído a esta casa? ¿Y cuánto tiempo piensa quedarse aquí?
SRTA.CASAWEL.
Vengo en busca de tranquilidad y me quedaré el tiempo que necesite para
resolver un asunto.
TROTER.
¿Edad? ¿Lugar de nacimiento?
SRTA.CASAWEL.
24. Nací en Inglaterra pero me marché con 13 años.
(Entra Cristofer)
CRISTOFER.
Creía que es ilegal torturar en los interrogatorios. ¿Le ha hecho algo? (a
Casawel)
SRTA.CASAWEL.
No nada, es que todo esto del asesinato me desborda... (Se va apenada)
TROTER.
Creo que ya he encontrado la clave. Quiero a todo el mundo aquí abajo otra vez.
(Bajan todos)
TROTER.
Tomen asiento. Les he tomado a todos declaración y una de ellas es falsa, ahora
repetirán los mismos pasos que daban mientras se cometía el asesinato.
CRISTOFER.
¿Qué espera descubrir con esto? Menuda tontería…
MOLI.
Conmigo no cuente porque se quema la comida.
TROTER.
Se diría que todos son culpables ¿Por qué se niegan a colaborar?
GIL.
Haremos lo que nos pide, no se preocupe.
PARAVINCI.
Pues yo regreso a tocar el piano.
TROTER.
No tan deprisa Paravinci. ¿Sabe tocar el piano señora Moli?
MOLI.
Si.
TROTER.
Entonces teclee la canción cuando yo le diga, repetiremos lo que cada uno de
ustedes estaba haciendo pero habrá un intercambio de papeles. Cristofer a la
cocina, Paravinci a la habitación de Cristofer , Cal a la habitación de Gil y
Casawel a la bodega. Gil usted reproducirá mis movimientos. Yo representaré el
papel de la señora Bol.
(Todos se van y queda Moli, tocando el piano)
(Troter cierra la puerta de la salita y se queda con
ella)
MOLI.
¿Ya tiene lo que buscaba? ¿Sabe quién es el asesino?
TROTER.
Si, es usted .Usted era la maestra de la escuela a la que asistían los tres
hermanos. ¿Y no es cierto que Yimi el niño que después murió le hizo llegar una
carta? ¿Y qué en esta carta le pedía ayuda? Pero usted nunca contestó.
MOLI. No llegué a abrirla. Caí enferma y se quedó amontonada con otras cartas. Pasaron semanas hasta que la descubrí y para entonces el niño ya había muerto, si no hubiera caído enferma…si hubiera leído esa carta…
TROTER.Si, es una injusticia inaceptable.
MOLI. Creía que la policía no llevaba pistola.
TROTER. Yo no soy policía. Será mejor que no grite, de lo contrario dispararé. Esa mujer mala mató a Yimi, la metieron a la cárcel pero fue poco castigo. Me prometí que algún día le daría su merecido y lo hice y ahora voy a matarte a ti, y me da igual poder escapar de aquí o no… ¡Ya no puedo más!
MOLI. El disparo hará mucho ruido.
TROTER. Es verdad mejor te retorceré es pescuezo (se acerca silbando la canción).El último ratoncito ha caído en la ratonera.
(Entra
SRTA.CASAWEL: ¿Yoryi no me reconoces? ¿No te acuerdas de la granja? ¿Y de manchitas y chispa los perritos?
TROTER. Eres tú, ¿Qué haces aquí?
SRTA.CASAWEL. Vine a buscarte, no te reconocí hasta que te vi juguetear con el pelo. Vas a venir conmigo a un sitio donde cuidaran de ti para que no le hagas daño a nadie (se le lleva).
COM.CAL. ¡Gil! ¡Gil! Baja aquí.
GIL. ¿Moli estas bien? ¿Quién iba a pensar que Troter era el asesino?
MOLI. Está muy enfermo. Estuve involucrada en todo ese asunto, yo era su maestra, no fue mi culpa pero él creía que podía haber evitado la muerte de su hermano.
GIL. Debiste contármelo.
COM.CAL. Le he dado un sedante y no tardará en dormirse. Está con su hermana, sospeché de él desde el principio.
MOLI. ¿No creyó que fuese policía?
COM.CAL. Sabía que no lo era, el policía soy yo. Al enterarme de que habías abierto un hotel, decidimos enviar a alguien y al verdadero comandante Cal no le importó que me hiciese pasar por él, por eso la llegada de Troter me desconcertó. Y Casawel su hermana al reconocerle acudió a mí. La nieve ya se está derritiendo y los refuerzos llegarán enseguida. Iré a buscar los esquís que escondí encima de la cama de Cristofer.
MOLI. Y yo que pensaba que era Paravinci… ¿Gil que hacías ayer en Londres?
GIL. Fui a comprar el regalo por nuestro aniversario…
MOLI. ¡Yo también Por eso fui a Londres! (Se dan el regalo: puros y un gorro.)
COM.CAL. ¡Moli huele a quemado en la cocina!
MOLI. ¡Uy…el pastel!
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