jueves, 24 de mayo de 2012

Aquí os dejamos "La Ratonera" pero con algunas modificaciones que hemos tenido que hacer para poder ajustarla al tiempo del que de disponemos y para que sea mas ligera para los espectadores. Esperamos que os guste.


PRIMER ACTO


ESCENA PRIMERA

Salón de la mansión Mosnkswell, al caer la tarde. Al fondeo se ve una ventana alargada y, un amplio arco que conduce al recibidor, la puerta principal y la cocina; a la izquierda una escalera que conduce que los dormitorios. En el primer rellano de la escalera de halla la puerta de la biblioteca. A la izquierda del salón también se ve la puerta de una salita y a la derecha la puerta del comedor.

La decoración es la típica de un salón de hotel. Las cortinas y el tapizado del mobiliario se ven muy deslucidos. A la izquierda del sofá hay un escritorio y sobre él, una radio y un teléfono.

(Mientras los niños toman asiento suena la canción de “Los tres ratones ciegos”. Una vez estén todos sentados se oye un escalofriante grito de mujer y a continuación una mezcla de voces que exclaman: “Dios mío, ¿qué ha sido eso?”, “¡Viene de allí!”. Se escucha después una sirena de policía, seguida de otras muchas sirenas, que se van a apagando hasta quedar en silencio.)

Voz radiofónica: Y según el Scotland Yard, el asesinato ha tenido lugar en la 24 de la calle Culver, en Panddington. La víctima se llamaba Maureen Lyon. La policía está muy interesada en interrogar a un sospechoso visto en las inmediaciones, con abrigo oscuro, bufanda clara y sombrero de fieltro. (Entra Moli Ralston, deja el bolso y los guantes y se sienta en su mesa) Se advierte a los conductores de la formación de placas de hielo, Se espera que continúen las fuertes nevadas y que las temperaturas se sitúen por debajo de cero en todo el país, sobre todo en los puntos de la costa norte y noreste de Escocia. (Moli apaga la radio que tiene sobre la mesa)



(Entra Giles vestido con un abrigo, un sombrero y una bufanda, se los quieta y los deja en el respaldo de la silla)

GIL. ¿Moli? ¿Moli? ¿Dónde estás?


MOLI. Haciéndolo todo yo sola, so gandul.

GIL. ¡Conque estabas ahí…! Deja, que ya lo hago yo. ¿Quieres que avive el fuego?

MOLI. Ya está hecho.

GIL. ¿Qué tal estas cielo? ¡Tienes la nariz helada!

MOLI. Es que acabo de llegar.

GIL. ¿Y eso? ¿Dónde has estado? ¿No habrás salido con este tiempo?

MOLI. He tenido que bajar al pueblo a buscar unas cosas que se me olvidaron. ¿Has conseguido la alambrera para el gallinero?

GIL. He estado en varias tiendas y en ninguna había la que queremos. No he hecho más que perder el tiempo y pasar frio. Además cada vez cuaja más la nieve. ¿Qué te apuestas a que amanecemos incomunicados?

MOLI. ¡No lo digas ni en broma!

GIL. Espero que no se hielen las tuberías. Los radiadores están tibios, espero que nos traigan más carbón porque se nos está acabando.

MOLI. No nos podemos permitir empezar con mal pie: la primera impresión es la que cuenta.

GIL. ¿Está todo listo? Supongo que no habrás llegado nadie.

MOLI. No, gracias a Dios. Creo que lo tenemos todo a punto.

GIL. A mí... mientras no me hagas cocinar…

MOLI. No, no eso es cosa mía. De todas formas si nos quedamos incomunicados, tenemos conservar de sobra… Giles, cariño, ¿crees que nos saldrá todo bien?

GIL. No sé tú, pero yo tengo los pies congelados. ¿No te arrepentirás ahora de esta locura de montar un hotelito, en lugar de vender la casa en cuando la heredaste de tu tía?

MOLI. No, me encanta la idea. Y hablando de hotelitos: vete a cargar la caldera.

GIL. ¡Y salir ahora al patio con lo que resbala! ¡Menuda gracia! ¿Quieres que la deja cargada ya para la noche?

MOLY. No, no la cargues de todo hasta las diez o las once.

GIL. ¡Pues sí que estoy apañado!

MOLY. Date prisa. Los huéspedes estarán al llegar.

GIL. ¿Has repartido las habitaciones?

MOLI. Si ya están todas repartidas, la señora Bol, en la habitación, el comandante Cal en la habitación azul, la señora Casawel en la habitación Este y el señor Wren en la habitación Caoba.

GIL. Me pregunto cómo serán nuestros huéspedes. ¿No deberíamos haberles cobrado por adelantado?

MOLI. No, no, creo que así está bien.

GIL. Con lo verdes que estamos en este negocio…

MOLI. Traen equipaje, así que si no pagan, nos lo quedamos. Tan simple como eso.

GIL. Sigo pensando que deberíamos haber hecho un curso de gestión hotelera por correspondencia. A ver si alguno nos la va a jugar. Su equipaje bien podría estar lleno de ladrillos envueltos en papel de periódico, y entonces, ¿qué hacemos?

MOLI. Por el remite de sus cartas todos parecen de fiar.

GIL. ¿Y si luego resulta que uno de los huéspedes es in delincuente fugitivo?

MOLY. No me importa lo que sean mientras paguen.

GIL. Menuda negociante estás hecha, Moli.

Locutor radiofónico… Y según el Scotland Yard, el asesinato ha tenido lugar en la 24 de la calle Culver, en Panddington. La víctima se llamaba Maureen Lyon. La policía está muy interesada en interrogar a un sospechoso visto en las inmediaciones, con abrigo oscuro (de alguna manera hacer referencia a los objetos que traía Giles consigo), bufanda clara y sombrero de fieltro. Se advierte a los conductores de la formación de placas de hielo, Se espera que continúen las fuertes nevadas y que las temperaturas… (Llaman al timbre)

MOLI. ¿Cómo está usted?

CRISTOFER. Muy bien, gracias. (Entra Cristofer Wren con aspecto alocado. Lleva el pelo largo y alocado y luce una corbata de punto muy original) Vaya tiempecito. El taxista me ha dejado en la verja. No se ha atrevido a llegar hasta la casa. Se ve que los deportes de riesgo no le van. ¿Es usted la señora Ralston? ¡Encantado! Soy el señor Wren.

MOLI. Encantada, señor Wren.

CRISTOFER. ¡Uy!, no es en absoluto como la imaginaba. Creí que sería a típica mujer ceñuda que tiene la casa entera atiborrada de figuras de bronce. Y sin embargo, todo el ideal. Sencillamente divino. ¡Qué proporciones! Este lugar me va a encantar. ¿No tendrán flores de cera o aves de paraíso?

MOLI. Me temo que no.

CRISTOFER. Una pena.

MOLI. ¿Por qué no se acerca a la chimenea? Vendrá usted helado.

CRISTOFER. ¿Pero por qué han prescindido de una buena mesa de comedor? Esas mesitas que han puesto estropean el conjunto.

MOLI. Nos pareció que los huéspedes preferirían tener cada uno su mesa…Por cierto, le presento a mi marido.

CRISTOFER. Mucho gusto. Cómo se ha puesto el tiempo, ¿verdad? La verdad, señora Raslton, tiene usted razón con lo de las mesas. Es que a mí me chifla lo clásico.

GIL. (Con desprecio) ¿Subo sus maletas?

MOLI. Si.

CRISTOFER. Espero que tengan allí una de esas camas con dosel y cretonas de flores.

GIL. Pues no.

CRISTOFER. Creo que no le caigo muy bien a su marido. ¿Está muy enamorada de él? ¿Cuánto tiempo llevan casados?

MOLI. (Con frialdad) Llevamos casados un año. ¿Quiere ver su habitación?

CRISTOFER. No se enfade, es que soy muy curioso y las vidas ajenas me fascinan. ¿A usted no?

MOLI. Bueno unas más que… otras.

CRISTOFER. Pues a mí, en cambio,  me parece que todo el mundo es interesante, porque nunca llegas a conocer bien a nadie. ¿No te parece?

MOLI. No tengo la menor idea.

CRISTOFER. Pienso que los únicos capaces de ver en el interior de los demás son los artistas… ¡Y ellos ni siquiera saben por qué!

MOLI. ¿Es usted pintor?

CRISTOFER. No, estudio arquitectura. De hecho, mis padres me llamaron Christopher con la esperanza de que fuera arquitecto. ¡Cristofer Wren , como el que diseñó la catedral de San Pablo. Como si con eso ya tuviera medio camino recorrido… (A Gi) Voy a disfrutar mucho aquí, su esposa me parece encantadora.

GIL. (Con frialdad) Desde luego.

CRISTOFER. Una verdadera belleza.

MOLI. Por favor, no digas tonterías.

CRISTOFER. Ahí lo tiene, ¿no es ésa la reacción típica de una dama inglesa? Siempre tan pudorosas ante un piropo.

MOLI. (Impaciente) Subamos a ver su dormitorio.

CRISTOFER. Estupendo.

(Suena el timbre)

SRA.BOL. Ésta es la Mansión Monkswell,  supongo. (Es una señora corpulenta e impertinente y está de muy mal humor)

SRA.BOL. Soy la señora Bol.

GIL. Yo soy Giles Ralston. Pase usted, señora, y acérquese a la chimenea. ¡Menuda nevada! ¿Éste es todo su equipaje?

SRA.BOL. Un tan Cal, que al parecer es comandante del ejército, está ocupando del resto. Que sepa usted que el taxista no se ha atrevido a llegar hasta la puerta. Nos ha dejado en el comienzo del camino de entrada. Y que no hemos tenido más remedio que compartir el único taxi que había en la estación, ya que al parecer no se ha enviado a nadie a recogernos.

GIL. Lo lamento muchísimo. No sabíamos en qué tren llegarían, de lo contrario, habríamos enviado sin falta a recogerles…

SRA.BOL. Alguien tendría que haber estado allí a todas las horas de llegada, por si acaso.

GIL. Permita que me ocupe del abrigo. Mi esposa le atenderá enseguida. Yo me voy a ausentar un instante para echarle una mano al señor Cal con el equipaje.

SRA.BOL. Por lo menos podría haberse molestado en despejar de nieve el camino de la entrada a la casa. ¡Qué falta de previsión y formalidad!

MOLI. Le ruego que me disculpe, estaba…

SRA.BOL. ¿La señora Ralston?

MOLI. Sí, soy…

SRA.BOL. Me parece usted muy joven para un establecimiento así. Debe de tener muy poca experiencia.

MOLI. Tiene que haber un principio para todo. ¿No cree?

SRA.BOL. Ya veo… Bastante inexperta. Desde luego es una casa muy vieja, espero que no tenga carcoma. La gente no suele darse cuenta de que tiene carcoma hasta que ya es demasiado tarde.

MOLI. ¡La casa está en perfectas condiciones!

SRA.BOL. En fin a lo mejor se puede solucionar con una mano de pintura. Lo digo porque ese roble parece carcomido.

GIL. Por aquí, comandante. (Es un hombre ya maduro, de espaldas anchas y con aire militar) Le presento a mi esposa.

COM.CAL. Encantado. Menuda está cayendo. Por un momento pensé que no llegábamos. Si sigue así me teme que mañana tendremos medio metro de nieve.

GIL. Subiré las maletas. ¿Me sigue, comandante?

COM.CAL. ¡Sí, señor!

(Entra Cristofer.)

CRISTOFER. ¿No le parece una casa preciosa?

SRA.BOL. A estas alturas de mi vida, el servicio de un establecimiento me parece más importante que su aspecto. De haber sabido que eran ustedes unos principiantes, jamás habría venido. Creía que tendrían todas las comodidades de un verdadero hotel.

GIL. No tiene la obligación de quedarse si las cosas no son de su agrado, señora Boyle. Puedo llamar a un taxi enseguida para que vuelva a buscarla. Hemos recibido tantas solicitudes de reserva que no habrá problema en cubrir su vacante.

SRA.BOL. No tengo intención de irme sin haber comprobado antes lo que este sitio puede ofrecer. No creerá que va a echarme a estas alturas. ¿Le importaría mostrarme mi habitación, señora Ralston? (Salen ambas)

MOLI. Por supuesto, señora Bol.

CRISTOFER. Me ha parecido una mujer muy desagradable. Me habría gustado ver como la ponía de patitas en la calle.

GIL. Creo que es un placer al que tendré que renunciar. (Suena el timbre) ¡Vaya por Dios, otro más! ¡Pase, por favor!

(Entra la Srta Casawel. Chica joven de aspecto varonil. Lleva consigo una maleta, un abrigo negro largo, una bufanda clara, pero sin sombrero)

SRTA.CASAWEL. Mi coche se ha quedado atascado a un kilómetro de aquí. Me salí de la carretera por culpa de la nieve.

GIL. Permítame que me ocupe de su maleta. ¿Se ha dejado algo en el coche?

SRTA.CASAWEL. No, suelo viajar ligera de equipaje. ¡Ay! Menos mas que disponen de un bueno fuego.

GIL. Señor Wren, le presento a la señorita…

SRTA.CASAWEL. Casawel.

GIL. Mi esposa le atenderá en un minuto.

SRTA.CASAWEL. No hay prisa. Tengo que sacudirme el frio de los huesos. Según parece se esperan fuertes nevadas. Mucho me temo que vamos a quedarnos aislados. ¡Espero que estemos bien surtidos de provisiones!

GIL. Puede estar bien segura. Mi esposa es muy previsora. Y si no, nos podemos comer a las gallinas. (Ambos ríen)

CRISTOFER. ¿Nos traes alguna otra noticia del exterior?

SRTA.CASAWEL. Los politiqueos de siempre… ¡Ah si, y un asesinato sobrecogedor!

CRISTOFER. ¿Un crimen? ¡Me encanta!

SRTA.CASAWEL. Al parecer se trata de un loco homicida. Estranguló a una mujer cerca de Paddington. Será un maníaco sexual.

GIL. ¿Quién es la victima?

CRISTOFER. La señora Lyon. Maureen Lyon.

(Entra Moli)

GIL. Moli, te presento a la señorita Casawel. Señorita Casawel, mi esposa.

SRTA.CASAWEL. Mucho gusto.

MOLI. Me imagino que querrá usted subir a su habitación. (Salen ambas, Christopher se queda solo y lo curiosea todo dando la sensación de estar un poco pirado. Entran Gil y Moli)

MOLI. El comandante Cal me ha parecido muy agradable. Es la señora Bol la que me preocupa. Bueno, ¿qué hago de cena? De postre higos confitados, ¿qué te parece?

GIL. Bueno… supongo que estará todo muy rico.

CRISTOFER. Permita que la ayude. Me encanta la cocina. Enséñeme la cocina y los ingredientes de los que dispone, y ya se me ocurrirá algo.

MOLI. Sígame. (Salen y Giles suelta un improperio sobre Christopher, y más tarde vuelve a entrar Mollie) ¿No es un cielo? Ha cogido un delantal y se ha puesto manos a la obra. Si nuestros huéspedes quieren cocinar ellos mismos, ese trabajo que nos ahorramos.

GIL ¿Se puede saber por qué le has dado la mejor habitación?

MOLI. Ya te lo he dicho, le gustaba la cama con dosel.

GIL. (Con retintín) ¡Le gusta la cama con dosel!... ¡Será imbécil!

MOLI. ¡Gil!

GIL. No soporto a la gente así. Tú no has cargado con su maleta, yo sí. Y no pesaba nada. Si quieres mi opinión, creo que estaba vacía. Seguro que es uno de esos jovenzuelos que van de hotel en hotel estafando al propietario.

MOLI. No creo, no me da esa impresión.  Por cierto, ¿no te parece que la señorita Casawel es un poco rara?

GIL. Terrible fémina….si es que es una mujer.

MOLI. Ya es mala suerte que todos los huéspedes nos salgan impertinentes o raros. Bueno, por lo menos no habrá más sorpresas. Ya han llegado todos.

(Suena el timbre)

MOLI. ¿Quién podrá ser?

GIL. Seguro que el asesino de la calle Culver.

MOLI. ¡No tiene gracia!

(Gil sale de escena)

GIL. (Fuera de escena) ¿Y usted?

(El señor Paravinci entra con un maletín. Tiene aspecto de extranjero y un bigote extravagante. Entra Gil)

PARAVINCI. Mil perdones ¿Me podría decir dónde estoy?

GIL. En la casa de huéspedes Monkswell.

PARAVINCI. ¡Qué afortunado he sido, señora mía! ¡La respuesta a mis plegarias! Una casa de huéspedes…He tenido la desgracia de estrellar mi coche por culpa de la nieve, pues no veía nada. No tenía ni idea de donde estaba y he temido morir congelado. Luego he cogido el maletín del coche y he salido como he podido. Entonces me he topado con una verja de hierro y la desesperación se ha tornado en alegría. Espero que puedan alojarme.

MOLI. No hay problema… Aunque la única habitación disponible es algo pequeña…Porque acabamos de abrir hoy mismo y claro no estamos bien preparados para imprevistos.

PARAVINCI. No importa.

GIL. ¿Y su equipaje?

PARAVINCI. No se preocupe. He dejado el coche muy bien cerrado.

GIL. ¿Pero no convendría traerlo?

PARAVINCI. No, no es necesario. Le aseguro que en una noche cono ésta, poco ladrones se aventurarán a salir. Y en cuanto a mí, me arreglo con muy poco.

MOLI. Acérquese al fuego. Enseguida la preparo su habitación. Me temo que es bastante fría porque da al norte, pero todas las demás están ocupadas.

PARAVICINI. De modo que tienen varios huéspedes.

MOLI. Están la señora Bol y el comandante Cal, la señorita Casawel y un joven llamado Cristofer Wren…, y ahora…usted.

PARAVINCI. Si, la visita sorpresa. El huésped sin reserva, llegado de ninguna parte, surgido de la tormenta…. Todo muy teatral, ¿no le parece?. ¿Quién soy yo? ¿De donde vengo?... Quien sabe…. El hombre del misterio, ¡ése soy yo! Pero escúchenme bien, nadie va a entrar, ni nadie va a salir. Mañana, tal vez incluso ya mismo, la nieve nos aislará de toda civilización. Resulta fascinante…fascinante. Ni en mis mejores sueños… A propósito, mi nombre es Paravicini. Y dicen ustedes que ésta es la casa Monkswell. (Se ríe) Muy bien: “Casa de huéspedes Monkswell” (Vuelve a reírse) Estupendo, estupendo… (Se echa a reír de nuevo)

(Moli le dirige una mirada a Gil, y ambos observan con inquietud a Paravinci mientras baja el telón)











SEGUNDA ESCENA



Cuando se levanta el telón ha cesado la ventisca, pero tras la ventana se ve la nieve apilada contra el cristal hasta una altura considerable.

BOL. Los Ralston han demostrado muy poca honestidad al no advertirme que acaban de inaugurar el establecimiento.

COM.CAL. Bueno, todo tiene que tener un comienzo, ¿no cree? Esta mañana el desayuno fue estupendo. Y además, muy bien servido. La buena mujer tiene que ocuparse ella sola de todo.

SRA.BOL. Son unos principiantes. Deberían tener personal en condiciones.

COM.CAL. Y el almuerzo ha sido excelente.

SRA.BOL. ¡Albóndigas en lata!

COM.CAL. Pero muy bien disimuladas. Llevaban vino tinto.

SRA.BOL. Los radiadores están algo tibios. Tendré que quejarme.

COM.CAL. ¡Qué camas tan cómodas! Por lo menos, la mía. Espero que la suya también.

SRA.BOL. Pasable. No entiendo porque le han dado la mejor habitación a ese jovencito tan raro.

COM.CAL. Llegó antes que nosotros. Al que madruga, Dios le ayuda.

SRA.BOL. Cuando leí el anuncio me hice una idea muy distinta de este lugar.

COM.CAL. (Susurro) Pasatiempos para viejas cotorras.

SRA.BOL. ¡Disculpe!

COM.CAL. Esto…quiero decir…., sí..., lleva usted razón.

(Cristofer  entra en escena)

SRA.BOL. Desde luego no tardare mucho en marcharme de aquí.

CRISTOFER. (Se ríe y con ironía) De eso no cabe duda.

(Cristofer sale de escena)

SRA.BOL. La verdad es que le falta un tornillo.

(Com.Cal  sale de escena y entra la Srta. Casawel)

SRA.BOL. Tiene usted una acento extraño ¿es usted de fuera?

(Casawel  asiente con la cabeza)

SRA.BOL. ¿Va a estar en Inglaterra usted mucho tiempo?

SRTA. CASAWEL. Depende. Tengo algún que otro asunto del que ocuparme. Cuando estén solucionados…, me iré.

SRA.BOL. ¿A Francia?

SRTA.CASAWEL. No

SRA. BOL. ¿A Italia?

SRTA.CASAWEL.  No. (Sonríe)

(La Sra. Bol la observa inquisitivamente, pero la Srta. Casawel no responde, y sube el volumen de la radio. Suena el teléfono y entra Moli)

MOLI. (Descuelga el auricular) ¡Dígame! (apaga la radio) ¿Si?..., es la casa de huéspedes Monkswell… ¿Qué?...No, me temo que el señor y Ralston no puede ponerse en este momento. Habla con la señora Ralston. ¿Quién…? ¿La policía de Berkshire…? Oh, sí, sí, comisario Hogben, pero me temo que no va a poder ser…resulta del todo imposible llegar hasta aquí. Estamos completamente aislados por la nieve. Las carreteras están impracticables…No hay manera de llegar hasta aquí… Si, muy bien… ¿Pero qué…? ¡Oiga…oiga…! (Cuelga el auricular y entra Giles)

MOLI. Gil, acaba de llamar la policía.

SRTA.CASAWEL. ¿Algún problema con la justicia? ¿No estaremos sirviendo alcohol sin licencia?

(La Srta.Casawel sale de escena)

MOLI. Van a enviar un inspector, o sargento, o algo parecido.

GIL. Pero le va a resultar imposible llegar hasta aquí.

MOLI. Eso mismo le dije yo, pero no pareció importarles.

GIL. Tonterías: ni un Jeep podría abrirse pasa con tanta nieve. De todas formas ¡A que viene esto!

MOLI. Eso mismo le pregunte yo, pero no me respondieron. Solo me pidieron que le dejara bien claro a mi marido que tendría que cooperar en todo con el sargento... Troter, creo que se llama, y le obedeciera sin rechistar ¿No te parece muy raro?

GIL. ¿Qué tripa se le habrá roto?

MOLI. Pues no sé, pero algo habremos hecho…

GIL. Puede que tenga que ver con la casa. Seguro que se nos ha olvidado tramitar algún papel.

MOLI. ¡Vaya por Dios!, ojala nunca hubiéramos abierto. Vamos a estar aislados hasta no se sabe cuándo, todo el mundo de mal humor, y la comida a punto de acabarse.

GIL. Anima esa cara, cariño. Mira, Moli, si lo piensas bien, algo muy serio tiene que ser para que un policía se arriesgue a venir  a pie con esta nevada. Debe ser algo muy urgente…

(Gil y Moli se miran con inquietud y la Sra. Bol regresa a escena. Gil sale de escena)

SRA.BOL. Sra. Ralston, si me permite que se lo diga, el joven que se aloja aquí es muy raro.

MOLI. Cristofer Wren es arquitecto…

SRA.BOL. Me suena a cuento chino, yo no me fiaría mucho: al fin y al cabo ¿qué sabe usted de él?

MOLI. Lo mismo que se de usted, Sra. Bol: que ambos nos pagan. No entro si en los huéspedes son de mi agrado... (Con segundas) o no.

SRA.BOL. ¿Y qué me dice de ese extranjero? No le esperaban, ¿verdad?

MOLI. Negarle asilo a quien le solicita va contra la ley.  Debería usted saberlo… (Con segundas) ya que fue usted juez en su día, Sra.Bol.

SRA.BOL. Solo digo que ese Paravinci, o como se llame, me da la impresión de ser...

(Paravinci entra sin hacer ruido)

PARAVINCI: Cuidado, mi querida señora que hablando del rey del roma, por la puerta asoma. ¡Ja, ja, ja!

          (La señora Bol da un respiro)

SRA.BOL. No le he oído entrar.

PARAVINCI. He entrado de puntillas, así… (Hace una demostración) si no quiero que nadie me oiga, nadie me oye. Lo encuentro de lo más divertido.

SRA.BOL. ¿De veras?

PARAVINCI. De hecho una vez una joven…

SRA.BOL. (Se levanta) bueno debo seguir con mis cartas.

                  (La señora Bol entra en la salita. Moli la sigue hasta la puerta).

PARAVINCI. Mi encantadora anfitriona parece disgustada. ¿Qué le pasa?

MOLI. Hoy todo son problemas por culpa de la nieve.

PARAVINCI: Si, desde luego, la nieve complica las cosas o tal vez las facilite.

MOLI: No lo entiendo.

PARAVINCI: Para empezar diría que no tiene mucha idea de cómo llevar un hotel.

MOLI: Puede de que no, pero tenemos la intención de ganarnos la vida con ello.

PARAVINCI. (Se va detrás del sofá y toma la mano de Moli , pero ella lo rechaza y se aparta de él)¿Me permite una advertencia, señora Ralston? Usted y su marido no deben de ser tan confiados: ¿tienen alguna referencia de sus huéspedes?

MOLI. No, pensé que a la gente se le hospeda sin pedir explicaciones…

PARAVINCI. Conviene saber algo de quien va a dormir bajo si mismo techo .Fíjese en mi, por ejemplo, podría ser un atracador, o un ladrón o un fugitivo de la justicia o hasta un asesino…

MOLI. ¡Basta! Aunque en el caso de la señora Bol…

              (La señora Bol entra y Moli se sobresalta)

SRA.BOL. ahí  dentro no hay quien pare de frio.

                 (El Com.Cal entra en escena por el recibidor y se dirige a Moli)

COM.CAL.  Señora Ralston , me temo que las cañerías se han helado.

MOLI. ¡¡ Vaya por Dios, menudo día!! Primero la policía y luego las cañerías.

SRA.BOL. (Sobresaltada) ¿La policía?

MOLI. Si, acaban de llamar diciendo que van a enviar un agente (mira por la ventana), pero dudo mucho que consiga llegar.

             (Gil entra con un cesto lleno de leños)

GIL. ¡Queda muy poco carbón!.. Pero, ¿a qué vienen esas caras?

COM.CAL. Al parecer la policía esta de camino: ¿sabe por qué?

GIL. ¡Ah!, ya lo sabía, pero les va a ser imposible llegar, todas las carreteras están cerradas, porque hay más de un metro de nieve.

                  (Se oyen tres golpes secos en la ventana, al tiempo que el sargento Troter aprieta el rostro contra los cristales para asomarse a la sala. Moli da un grito. Gil se acerca a la ventana y la abre de par en par. El sargento Troter que lleva puestos unos esquís, parece un joven campechano y animoso.)

TROTER. ¿Es usted el señor Ralston?

GIL. Si.

TROTER. Encantado. Soy el sargento Troter, de la policía de Berky. ¿Puedo pasar?

GIL. Por supuesto.

TROTER. Gracias, caballero.

(Gil sale a recibir al sargento dejándose la ventana abierta)

PARAVINCI.  ¿Por qué has avisado a la policía, señora Ralston?

MOLI.  Pero si no he sido yo.

(Cristofer entre desde la salita y se acerca al sofá)

CRISTOFER.  ¿Quién era ese? ¿De dónde ha salido?

SRA.BOL. El caballero es un policía. ¡Un policía esquiando!

(Gil y Troter entran en  escena. Troter trae los esquís en la mano)

GIL. Les presento al señor Troter.

TROTER.  Buenas tardes.

(Gil y Troter salen por el arco del recibidor)

COM.CAL.  Disculpe, señora Ralston, ¿Me permitiría hacer una llamada?

MOLI. Desde luego, comandante.

(El Com.Cal se dirige al teléfono y marca un número)

COM.CAL. ¡Hola! ¡Hola…! Señora Ralston se ha cortado la línea.

CRISTOFER.  Hace media hora funcionaba…

COM.CAL.  Supongo que será culpa de la nieve.

CRISTOFER.  De modo que nos hemos quedado incomunicados. ¿No lo encuentran divertido?

COM.CAL.  Yo no le veo la gracia.

SRA.BOL.  Yo tampoco.

CRISTOFER. No importa, son cosas mías. Silencio que vuelve el sabueso.

(Troter regresa al salón acompañado de Gil)

TROTER.  Ya podemos empezar.

(Moli se acerca a él)

GIL. ¿Quiere hablar con nosotros en privado?

TROTER. No es necesario, caballero. Tardaremos menos si todo el mundo está presente.

MOLI. ¿Le importaría decirnos de una vez que hemos hecho?

TROTER. (Sorprendido) ¿Qué que han hecho? Oh, no, no se trata de nada de eso. El asunto que me trae aquí es muy diferente. Este asunto está relacionado con el asesinato de la señora Maura Lyon. El crimen se cometió ayer. Tal vez haya leído algo sobre el caso en los periódicos.

MOLI. Yo lo escuche por la radio. ¿La mujer estrangulada?

TROTER. Exactamente, señora. Puede que la conocieran con otro nombre. Maura Lyon no era su verdadero nombre. Tenía antecedentes penales. Su verdadero nombre era Maura Stan. Su  marido John Stan era el propietario de la granja Longridge.

GIL. ¿No es el lugar donde aquellos niños…?

TROTER. Exacto.

SRTA.CASAWEL. Aquellos tres niños… ( Se sienta mientras todos la obervan)

TROTER. Así es, señorita. Los Corrigan, dos niños y una niña. Quedaron bajo custodia judicial mientras se les buscaba una familia adoptiva. El señor y la señora Stanning se hicieron cargo de ellos. Uno de los niños murió a consecuencia de los malos tratos. Los Stanning fueron condenados a prisión. El señor Stanning murió en la cárcel y ella fue puesta en libertad tras cumplir la condena. Ayer, como digo, apareció estrangulada en el 24 de l calle Culver.

MOLI. ¿Se sabe quién lo hizo?

TROTER.  A eso voy. Se encontró un cuaderno cerca de la escena del crimen. Había anotadas en el dos direcciones. Una era el 24 de la calle Culver, y la otra… era de la mansión Monkswell. Por eso el comisario Hogben consideró oportuno envíame aquí para investigar cualquier posible conexión con el caso de la granja Longridge.

GIL. No hay ninguna conexión...,¡absolutamente ninguna! Será pura conincidencia.

TROTER. Al comisario Hogben no le parece que sea una simple coincidencia, señor…

GIL. ¿Qué clase de peligro cree que corremos? ¡Por todos los demonios! ¿Está usted sugiriendo que alguno de nosotros va a ser asesinado?

TROTER. No quiero asustar a ninguna de las damas presentes, pero francamente, si…, existe una posibilidad.

MOLI. ¿Tiene algo más que contarnos, sargento?

TROTER. Si, señora Ralston. Bajo las direcciones había algo escrito: “ Tres ratones ciegos”. Y en el cadáver de la mujer se encontró una nota que decía: “Éste es el primero”. Y bajo la frase había dibujados tres ratones y un pentagrama con la melodía de la canción de cuna “Los tres ratones ciegos”

GIL. Eran tres niños y uno de ellos murió. ¿Qué fue de los otros dos?

TROTER. A la niña la adoptaron. No hemos sido capaces de dar con su paradero. El mayor debe tener ahora unos veintidós años. Estaba un poco mal de la cabeza.

MOLI. Y va a presentarse aquí para cometer un asesinato… Pero, ¿Por qué motivo?

TROTER. El comisario está convencido de que tiene que haber alguna relación. ( A Gil) De modo que usted, señor, declara no tener nada que ver con el caso de la granja Longridge.

GIL. Así es.

TROTER. ¿Puede decirse lo mimos de usted, señora?

MOLI. (Intranquila) No…, quiero decir…, yo no tengo nada que ver.

(La Sra.Bol pone gesto de desaprobación)

TROTER. ¿Pueden decirme todos ustedes cómo se llaman, por favor?

SRA.BOL. Esto es absurdo. Somos meros huéspedes de este hotel. No tenemos nada que ver con este asunto.

TROTER. Pero habían planeado la estancia de antemano. Ya tenían habitación reservada.

SRA.BOL. Eso es cierto. Todos menos el señor… (Mira a Paravinci)

PARAVINCI. Paravinci. Sufrí un accidente por culpa de la nieve.

TROTER. Entiendo. Pero ahora, solo me interesa una cosa y quiero que me respondan al instante: ¿alguno de ustedes tiene relación con el caso de la granja Longridge? (Silencio sepulcral) No son conscientes de la gravedad del asunto. ¿Saben? Uno de ustedes corre peligro…, grave peligro. Y debo saber quién es. (Silencio sepulcral otra vez.) Muy bien, les preguntaré uno a uno. (A Paravinci.) Primero usted. ¿Señor Pari…?

PARAVINCI. Para, Paravinci. Pero, amigo, no tengo ni  la más remota idea de lo que está preguntando. Soy extranjero y no sé nada de unos sucesos acaecidos.

TROTER. (Hacia la Sra.Bol.) Y usted, ¿señora…?

SRA.BOL. Bol. No entiendo a que viene esto… y además me parece una impertinencia… ¿Por qué habría de tener algo que ver con… este penoso asunto?

(El Com.Cal la mira severamenre.)

TROTER. (Mirando a la Srta.Casawel.) ¿Señorita…?

SRTA.CASAWEL. (Muy despacio) Casawel. Leslie Casawel. Ni he oído hablar de la granja Longridge ni sé nada del asunto.

TROTER. (Acercándose al Com.Cal.) ¿Y usted, caballero?

COM.CAL. Cal… Comandante del ejército. Leí la noticia en el periódico por aquel entonces. No tengo relación personal con el asunto.

TROTER. (A Cristofer.) ¿Y usted?

CRISTOFER. Cristofer Wren. No era más que un crío cuando todo aquello sucedió.

TROTER. ¿Eso es todo lo que tienen que decir? (Silencio. Troter se coloca en el centro.) Muy bien si uno de ustedes aparece muerto, habrá sido culpa suya. Y ahora, señor Ralston, ¿puedo echar un vistazo a la casa?

(Troter sale de escena con Gil. Paravinci toma asiento junto la ventana.)

CRISTOFER. (Poniéndose de pie.) ¡Menudo melodrama!, ¿no les parece? ¡Como admiro a los policías! Tan impasibles y tan serios. ¡Qué emoción! “Los tres ratones ciegos”.

SRA.BOL. Haga el favor, señor Wren.

CRISTOFER. ¿No le gusta? (Se acerca a la Sra.Bol) Pero si esa canción lleva su firma…, la firma del asesino. Imagine lo que se debe de estar divirtiendo ahora a cuenta de la cancioncita.

SRA.BOL. ¡No me vengas con tonterías!

CRISTOFER. Ya verá, señora Bol, ya verá cuando me acerque a usted por la espalda sin hacer ruido, y sienta mis manos alrededor de su cuello…

SRA.BOL. (Poniéndose de pie) ¡Basta ya!

CRISTOFER. ¡Menuda cara se les ha quedado!

(Cristofer sale de escena. Moli entra desde el comedor)

MOLI. ¿Dónde está Gil?

SRTA.CASAWEL. Ha ido a llevar al policía de visita guiada por la casa.

COM.CAL (Acercándose a la Sra.Bol) Creo que era usted uno de los magistrados de la sala de audiencias cuando  sucedió todo aquello. De hecho, usted fue la responsable de enviar a esos tres niños a la granja Londgridge.

SRA.BOL. Vamos, comandante Cal. Nadie puede hacerme responsable. Teníamos informes muy positivos de los servicios sociales. Los granjeros parecían idóneos y estaban deseando tener niños. Todo era perfecto.

COM.CAL. Golpes, patadas, hambre…:  una pareja de auténticos sádicos.

SRA.BOL. ¿Y cómo iba yo a saberlo? Hablaban maravillas de ellos.

MOLI. Si, mis sospechas eran ciertas: Fue usted…

(El Com.Cal mira a Moli y Paravinci estalla en carcajadas)

PARAVINCI. Tendrán que perdonarme, pero es que encuentro todo esto de lo más divertido. Me lo estoy pasando en grande.

(Sin dejar de reír, Paravinci se retira de la sala)

SRA.BOL. ¡No me gusta nada ese hombre!

SRTA.CASAWEL. ¿Le dijo Paravinci anoche de dónde venía?

MOLI. No.

SRTA.CASAWEL. Me parece un vivales. Además, se maquilla: usa colorete. ¡Qué asco! Y encima debe ser un vejestorio.

MOLI. Y sin embargo, se mueve con la agilidad de un niño.

(Sale el Com.Cal. Hay una pausa la Sra.Bol mira con incomodidad primero a Moli y luego a la Srta.Casawel, que la están observando, más tarde sale de la habitación. En la salita alguien toca “Los tres ratones ciegos”

MOLI. ¡Qué canción más espantosa!

SRTA.CASAWEL. ¿No le gusta? Quizá le recuerde a una infancia desgraciada.

MOLI. Yo tuve una infancia feliz. ¿Usted no?

SRTA.CASWEL. No, pero hace mucho tiempo de eso. Una acaba por superarlo. O tal vez no. Es muy difícil saberlo.

MOLI. Según dicen, las experiencias que se tiene en la infancia te marcan de por vida.

SRTA.CASAWEL. Dicen…dicen… ¿Quién lo dice?

MOLI. Los psicólogos.

SRTA.CASAWEL. Majaderías. Una sarta de estupideces. No soporto ni a los psicólogos ni a los psiquiatras. No dicen más que tonterías. Cada uno es dueño de su vida. Hay que mirar siempre adelante y no volver la vista atrás.

MOLI. Una siempre acaba mirando a su pasado.

SRTA.CASWEL. No tiene por qué se así. Es cuestión de fuerza de voluntad.

MOLI. Tal vez.

SRTA.CASAWEL. Lo digo por experiencia.

MOLI. Ojalá tuviera razón… (suspira), pero a veces pasan cosas que te hacen volver la vista atrás.

SRTA.CASAWEL. No se rinda: ¡vuélvales la espalda!

MOLI. No estoy muy segura de que esa sea la mejor actitud. A lo mejor usted se equivoca. Quizá debamos enfrentarnos de lleno a esas cosas.

SRTA.CASAWEL. Depende de a qué cocas se refiera. No voy a dejar que nada en el pasado afecte a mi presente. Si miro atrás, no será para lamentarme.

(Gil y Troter bajan por las escaleras. La Srta.Ccasawel entra en el comedor. Moli se levanta. Gil entra y se acerca a Moli mientras Troter se dirige a la puerta de la salita.

TROTER. ¿Qué hay aquí? ¿Una sala de estar? (Abre la puerta y se oye el piano con mayor claridad). Disculpe señora, pero tengo que explorar el terreno. (Cierra la puerta)

GIL. (Acercándose a Moli) Moli, ¿qué pasa aquí?

(Troter reaparece por las escaleras)

TROTER. Bueno ya puedo dar por terminada la inspección. No hay nada sospechoso. Creo que es hora de informar a mis superiores. (Se dirige al teléfono)

MOLI. Pero no va a poder llamar: no tenemos línea…

TROTER. (Volviéndose bruscamente) ¿Qué? (Levanta el auricular y escucha) ¿Desde cuándo?

MOLI. Desde poco después de llegar usted.

TROTER. Pero antes de eso había líena.

MOLI. Por supuesto. Supongo que se cortó por el temporal.

TROTER. ¿No la habrá cortado alguien a propósito? (Cuelga el auricular)

GIL. ¿Cortar la línea? ¿Y por qué iban a cortarla?

TROTER. Señor Ralston, ¿puede decir que sabe usted de los huéspedes?

GIL. Yo…, nosotros…, la verdad es que sabemos más bien poco.

TROTER. ¡Vaya!

GIL. La señora Bol nos escribió desde un hotel, el comandante Cal… ¿ dónde era?

MOLI. Leamington.

GIL. Wren  escribió desde Hamptead y Casawel desde un hotel  en el sur de Inglaterra. De todas formas, supongo que todos tendrán  documentos que los identifiquen.

MOLI. Pero aunque este… maniaco quiera venir a matarnos, de momento la nueve nos mantendrá a salvo. Aquí no podrá llegar nadie hasta que se derrita.

TROTER. A menos que ya se encuentre aquí…

GIL. ¿Aquí?

TROTER. ¿Y por qué no, señor Ralston? Todos los huéspedes llegaron ayer por la tarde,  horas después del asesinato de la señora Stanning. Tuvieron margen de tiempo suficiente.

GIL. Salvo Paravici, todos habías hecho reserva.

TROTER. Bueno, ¿y qué? Estos asesinatos ya estabas planeados.

GIL. ¿Asesinatos? Sólo ha habido un crimen, el de la calle Culver. ¿Por qué está tan seguro de que habrá aquí otro?

TROTER. Espero que no vaya a cometerse aquí…, si es que yo puedo impedirlo. Pero tengo la certeza de que alguien lo va a intentar.

GIL. Eso parece descabellado.

TROTER.  No es en absoluto descabellado: a los hechos me remito.

MOLI. ¿Tiene usted una descripción del atuendo que ese individuo llevaba en Londres?

TROTER. Estatura media, constitución indeterminada, abrigo oscuro, sombrero de fieltro y el rostro oculto tras una bufanda. Hablaba en susurros. Hay tres abrigos oscuros colgados. Y uno de ellos es el suyo, señor Ralston…También hay tres sombreros de fieltro… Pero es el teléfono lo que más me preocupa. Si lo han cortado…

MOLI. Tengo que empezar a preparar la cena.

(Moli sale de escena. Gil recoge el guante que Moli había olvidado sobre el sillón del centro y no manosea distraídamente. Saca entoces del guante un billete de autobús de Londes y se queda observando. Luego mira otra vez en la dirección por donde ha salido Moli y vuelve a mirar el billete.)

TROTER. ¿Tienen algún teléfono supletorio?

(Gil mira el billete, frunce el ceño y no responde)

GIL. Disculpe, ¿decía usted algo?

TROTER. Si, le he preguntado si tiene algún teléfono supletorio.

GIL. Si, arriba en nuestra habitación.

TROTER. ¿Le importa subir a comprobar la línea?

(Gil sale de escena, con el guante y el billete. Parece desconcertado. Troter sigue el cable del teléfono hasta la ventana, descorre las cortinas y la abre. Está anocheciendo. Saca una linterna y salta por la ventana. La Sra.Bol entra en escena, se pone a tiritar y observa que la ventana está abierta.)

SRA.BOL. ¿Quién habrá dejado la ventana abierta? (Cierra la ventana y corre la cortina. Se dirige luego a la radio y la enciende…)

Voz radiofónica: para entender lo que he dado en llamar la mecánica del miedo, se ha de estudiar que en efecto tiene exactamente sobre la mente humana. Imagínese, por ejemplo, que se encuentran a solas en una habitación. Está anocheciendo. Una puerta se abre lentamente a sus espaldas…

(La puerta del comedor se abre. Se oye a alguien silbando la tonada de “Los tres ratones ciegos” La SRA.BOL se vuelve sobresaltada.)

SRA.BOL. (Aliviada) ¡Vaya, es usted! No encuentro ninguna emisora que merezca la pena. Sale una mano por detrás de la puerta que acciona el interruptor. Se apagan las luces.) Pero… ¿qué está haciendo? ¿Por qué apaga la luz?



(Se oyen gritos ahogados y un forcejeo con la radio de fondo a todo volumen al poco se escucha caer al suelo pesadamente un cuerpo. Moli entra por el arco del recibidor y se detiene perpleja.)

MOLI. ¿Quién ha apagado la luz? ¿Y por qué está tan alta la radio?

(Enciende la luz y se dirige a la radio. Enseguida ve a la Sra.Bol estrangulada en el suelo y grita mientras se apagan las luces.)









































Segundo acto



El mismo escenario. Diez minutos más tarde.



(Cuando se levanta el telón, el cadáver de la SRA.BOL se ha retirado del escenario y todo el mundo está congregado en el salón. TROTER preside la reunión sentado ante la mesa. MOLI está de pie, y todos los demás, sentados: el COM. CAL en el sillón de cuero, CRISTOFER en una silla, GIL en un peldaño de la escalera, y la SRTA. CASAWEL y PARAVINCI en el sofá.)



TROTER. La señora Bol acababa de ser asesinada. Cuando la he encontrado al venir de la cocina: ¿Está segura de no haber visto ni oído nada desde el pasillo?

MOLI.  Solo se oía la radio a todo volumen. ¿Cómo iba a escuchar nada?

TROTER. Tal era sin duda la atención del asesino… (Con segundas) o asesina. Tengo que asegurarme. Piense que si el asesino ha huido del salón por este lado (señala a la izquierda) podría haberla oído a usted venir desde la cocina y se habría visto obligada a escapar. Y en este caso usted habría escuchado algo.

MOLI. Creo haber oído el chirrido de una puerta al cerrarse, nada más salir yo de la cocina…

MOLI. ¿Cerca o lejos de usted?

MOLI. (A punto de romper a llorar) No lo sé. Ni siquiera estoy segura de haber oído nada. (Se dirige al sillón de cuero y toma asiento)

GIL. (Poniéndose de pie furioso) ¿Puede dejar de presionarla? ¿No ve que está destrozada?

TROTER. (Bruscamente) Estamos investigando un asesinato, la Sra.Bol está muerta sino llegamos al fondo de este asunto rápido, podría haber otro asesinato.

GIL. ¿Otro? ¿Por qué?

TROTER. (Con gravedad) Porque había tres ratones ciegos.

GIL.  ¿Tres ratones, tres asesinatos? Pero entonces tendría que haber alguna otra persona relacionada con el caso de la granja Longridge.

TROTER. Sí, así es.

GIL. Pero, ¿Por qué tiene que cometerse aquí el último asesinato?

TROTER. Porque solo había dos direcciones en el cuaderno que encontramos. Y en la calle Culver solo había una posible víctima. Y está muerta. Pero aquí las posibilidades son más amplias. (Mira con gesto insinuante a todos los presentes).

SRTA.CASAWEL. Sería demasiada casualidad que dos personas reunidas aquí por azar estuvieran relacionadas con aquel caso.

TROTER. No sería en absoluto casual, señorita Casawel (Se levanta). Ahora quisiera saber exactamente donde estaba cada uno de ustedes en el momento del asesinato. Moli, usted estaba en la cocina salió al salón y encontró a la señora Bol y gritó.

MOLI. Sí, he gritado y gritado. Y al rato ha llegado todo el mundo.

TROTER.  Usted Gil, ha subido a su dormitorio a probar el teléfono supletorio. ¿Dónde se hallaba usted cuando ha oído gritar a Moli?

GIL. Me encontraba todavía en el dormitorio, me he asomado por la ventana para ver si el cable estaba cortado pero no he visto nada. Nada más cerrar la ventana, he oído los gritos de Moli y me he precipitado escaleras abajo.

TROTER. Hacer algo tan sencillo le ha llevado un buen rato, ¿no cree, Gil?

GIL. No.

TROTER. Señor Wren, su declaración.

CRISTOFER. (Se pone en pie) Estaba en la cocina por si Moli necesitaba ayuda. Después, he subido a mi habitación.

TROTER. ¿Por qué?

CRISTOFER. A veces uno necesita estar solo para asearse y peinarse un poco.

TROTER. (Mirando con severidad el pelo alborotado de Cristofer). ¿Y ha oído gritar a Moli?

CRISTOFER. Sí.

TROTER. ¿Y ha bajado en el acto?

CRISTOFER. Sí.

TROTER. Es curioso que usted y Gil no se hayan cruzado en la escalera.

(Cristofer y Gil se miran)

CRISTOFER. He bajado por la escalera de servicio. Está más cerca de mi habitación. También he subido por la de servicio (se dirige a la silla del escritorio y toma asiento)

TROTER. Señor Paravinci, su turno.

PARAVINCI. Yo estaba en la salita tocando el piano (Se pone en pie).

TROTER. ¿Quién más cree que puede haberle oído?

PARAVINCI. (Sonriendo) No sé. Estaba tocando muy, muy bajito…

MOLI. Tocaba usted “Los tres ratones ciegos”.

PARAVINCI. Sí, es una melodía que resulta muy pegadiza.

MOLI. Pues a mí me parece horrible.

PARAVINCI. Y aun así, no se le quita a uno de la cabeza, también había alguien silbándola.

TROTER. ¿Silbándola? ¿Dónde?

PARAVINCI. No estoy seguro.

TROTER. ¿Quién estaba silbando “Los tres ratones ciegos”? (Nadie responde) ¿Se lo está inventando, Paravinci?

PARAVINCI. No.

TROTER. Continúe.

PARAVINCI. (Levantando un dedo) Estaba tocando y entonces he oído la radio. Estaba tan alta que casi me taladraba los tímpanos. Y luego, de repente, he escuchado los gritos de Moli. (Toma asiento en el sofá)

TROTER. (Acercándose a la mesa y apuntando con el dedo) ¿Y usted, señorita Casawel?

SRTA.CASAWEL. Yo estaba escribiendo una carta en la biblioteca.

TROTER. ¿Ha oído algo extraño en el salón?

SRTA.CASAWEL.  No he oído nada hasta que Moli ha gritado.

TROTER. ¿Y qué ha hecho usted entonces?

SRTA.CASAWEL. Entrar aquí.

TROTER. ¿Inmediatamente?

SRTA.CASAWEL. Eso creo.

TROTER. No parece que haya ninguna carta a medio terminar en la biblioteca.

SRTA.CASAWEL. (Poniéndose en pie) Aquí la tengo. (Abre el bolso, saca una carta y se le entrega a Troter)

(Troter la mira y luego se la devuelve y ella se aparta)

TROTER. (Se pasea por el escenario) Si yo oyese a alguien gritar como si la estuviesen matando mientras redacto una carta, dudo mucho que me tomara la molestia de recoger la carta a medio terminar, doblarla cuidadosamente y guardarla en el bolso antes de salir a ver qué está pasando.

TROTER.  (Acercándose al Com. Cal) Y usted, Comandante Cal, ¿dónde se encontraba?

COM.CAL. En la bodega.

TROTER. ¿Y puede saberse qué le ha llevado hasta allí?

COM.CAL. (En tono amable) La curiosidad. Bonita bodega tienen ustedes allí.

MOLI. Gracias.

COM.CAL. Diría que es la cripta de un viejo monasterio. Probablemente por eso esta mansión se llama “Monkswell”. Si no me equivoco, el nombre significa “pozo de monje”.

TROTER. Estamos investigando un asesinato. Moli dice que ha oído el chirrido de una puerta al cerrarse. La puerta del trastero chirría al cerrarse. Podría ser que, tras matar a la señora Bol, el asesino haya oído a Moli salir de la cocina y haya decidido ocultarse en el trastero y cerrar la puerta tras él.

(Moli se levanta y se acerca al sofá para sentarse. Se produce un silencio.)

CRISTOFER. (Levantándose) Entonces habrá huellas dactilares dentro del trastero.

COM.CAL. Pero los delincuentes suelen ser precavidos y ponerse guantes, ¿no es cierto?

TROTER. Es lo más habitual. Pero todos los delincuentes acaban cometiendo alguna equivocación.

GIL. (Acercándose a Troter) ¿No estamos perdiendo un tiempo precioso? (Sin acabar la frase, Gil sale de escena por la puerta de salita.)

TROTER. ¡Gil! (Llamándolo con autoridad, Gil vuelve a escena de mala gana y se queda de pie junto a la puerta. Troter se pasea por detrás de la mesa) Hay que determinar quién ha tenido ocasión de cometer el crimen y cuál ha sido el móvil. Cualquiera de ustedes ha podido hacerlo. (Se oyen murmullos de protesta.)

GIL. Habla usted como si todos fuéramos sospechosos.

TROTER. Ante un asesinato, nadie está libre de sospecha.

GIL. Pero saben ustedes de sobra quién mató a esa mujer de la calle Culver. Piensan que fue el mayor de esos tres niños de la granja. Un joven mentalmente inestable. Y aquí solo hay una persona así. (Señala a Cristofer).

CRISTOFER. No es cierto. Ustedes me quieren incriminar en un asesinato que no he cometido. (Se acerca a Cal)

COM.CAL. (De pie y amable) Calma, muchacho.

MOLI. No pasa nada Cris, nadie está contra ti.

TROTER. Nosotros no incriminamos a nadie porque no tenemos pruebas.

GIL. Solo hay una persona que encaje en la descripción y debería arrestarla.

MOLI. Troter ¿puedo hablar con usted un momento?

TROTER. Claro.

(Se quedan solos)

TROTER.  ¿Qué tiene que decirme?

MOLI. ¿Usted cree que el asesino es el mayor de los tres niños de la granja?

TROTER. Lo único que sabemos es que la mujer que maltrataba a esos niños ha sido asesinada y  la juez del caso también. Además, han cortado la línea telefónica.

MOLI. Puede que sea por la nieve.

TROTER. No, alguien ha cortado el cable y todo apunta en una misma dirección.

MOLI.  Ya sé que todo apunta a Cristofer pero no creo que haya sido él. ¿Esos niños no podían tener algún pariente?

TROTER. La madre murió y el padre era sargento del ejército y estará ya retirado. No conocemos su paradero.

MOLI. Si el hijo está desequilibrado quizás el padre podría haber perdido la cabeza y querer vengarse y entonces el asesino podría ser una persona mayor. A propósito, cuando ha llamado la policía Cal parece haberse alterado. Un hombre mayor, militar…

TROTER. ¿Algo más?

MOLI. Si, a Paravinci se le cayó el atizador al suelo cuando dije que la policía había llamado. Es mayor, extranjero y lleva maquillaje, es posible que viaje de incógnito.

TROTER. Se empeña mucho en defender a Cristofer.

MOLI. Simplemente me parece inocente.

TROTER. He barajado todas las posibilidades, ¿recuerda que había una niña, aparte de los tres niños y su padre?

MOLI. ¡Ah, sí! la hermana.

TROTER. Entonces el asesino también podría ser mujer.

MOLI. ¿Está  pensando en Casawel?

TROTER. Podría ser usted misma, encaja como sospechosa, o su marido. ¿Hasta qué punto conoce a su marido?

MOLI. Lo conozco muy bien. Y ni siquiera estaba en Londres cuando sucedió el asesinato. Estaba comprando alambre, pero no lo encontró.

TROTER. De aquí a Londres apenas hay unas horas.

MOLI. ¡Él no estaba allí!

TROTER. ¿Este es el abrigo de su marido? (Saca del bolsillo del abrigo un periódico) ¡Anda! un periódico londinense con fecha de ayer.

MOLI. Sí, es su abrigo, pero lo del periódico es imposible.

(Moli se queda sola mirando el periódico y entra Cristofer)

CRISTOFER. ¿Dónde esta el sargento?

MOLI. Acaba de salir.

CRISTOFER. ¿Sabes de algún sitio de la casa donde pueda esconderme? Porque van a acusarme de esos asesinatos.

MOLI. No puedes pasarte la vida huyendo. Algún día tendrás que madurar. No te llamas Cristofer ¿verdad? Ni eres arquitecto.

CRISTOFER. No. Me resulta divertido ponerme ese nombre.

MOLI. ¿Y cuál es tu nombre?

CRISTOFER. No quiero entrar en eso. Deserté del servicio militar… Sé que encajo con la descripción del sospechoso. Si mi madre no hubiese muerto, no hubiese tenido estos problemas.

MOLI. En esta vida surgen problemas y hay que saber afrontarlos. Lo digo por experiencia, algo me ocurrió hace mucho tiempo, yo era una niña y también intento quitármelo de la cabeza.

CRISTOFER.  Así que tú también huyes de los problemas en vez de enfrentarte a ellos.

MOLI. Sí. Vaya,  para habernos conocido ayer tenemos bastantes cosas en común.

CRISTOFER. Podría robarle los esquís al sargento y huir. Total, ya me cree culpable.

MOLI. Es lo peor que podrías hacer, porque no eres el único sospechoso. (Saca el periódico y se le enseña) Odio al sargento, te mete en la cabeza cosas que no son ciertas.

CRISTOFER. ¿De qué hablas?

MOLI. ¿Ves esto? (Enseñándole el periódico) Es de Londres, estaba en el abrigo de Gil, y él no estuvo allí ayer supuestamente.

CRISTOFER. Tampoco es tan grave, quizá terminó yendo a Londres, pero, al enterarse del crimen, no quiso decirte nada.

MOLI. Él no sabía nada del asesinato…. O quizá si… Yo empiezo a dudar de todos, hasta de la persona que amo. Tal vez nadie conozca de verdad a nadie…

(Entra Gil)

GIL. ¿Interrumpo algo?

MOLI. No. (Yéndose) Tengo que hacer la comida.

CRISTOFER. Yo te ayudo.

GIL. De eso, ni hablar; no se acerque ni a la cocina ni a mi mujer. No quiero que sea la siguiente víctima.

CRISTOFER. ¿Acaso  piensa que soy el asesino?

GIL. Su perfil encaja muy bien con el del sospechoso .y yo solo me preocupo por la seguridad de mi esposa.

CRISTOFER. Yo también me preocupo por ella, así que no la voy a dejar a solas con usted  porque usted también es sospechoso.

MOLI. Cris, déjanos solos.

(Cris se va)

GIL. ¿Qué  pasa? ¿Te has vuelto loca? ¡Está chalado!

MOLI. ¡Lo único que le pasa es que no es feliz! Y es totalmente inofensivo y, además, sé cuidarme sola.

GIL. ¿Qué  hay entre vosotros? ¿Os conocíais? ¿Quedasteis aquí? Porque es raro que haya venido a alojarse a un lugar tan apartado como este.

MOLI. Nunca en mi vida lo había visto.

GIL. Quizás hayas hecho alguna escapada a Londres para verlo a escondidas.

MOLI. Llevo semanas sin ir a Londres.

(Gil saca un guante y un billete de autobús y se lo enseña)

GIL. Al parecer sí fuiste a Londres…

MOLI. ¡Sí, pero tú también! (le enseña el periódico) Lo encontré en tu abrigo.

GIL. Fui a Londres. ¿Y tú porque fuiste?

MOLI. No voy a decírtelo.

GIL. Te estás volviendo loca.

(Entra Paravinci)

PARAVINCI. El sargento no encuentra sus esquís y está muy enfadado.

MOLI. ¡¡¡Cristofer!!!

(Entra Troter)

TROTER. ¿Han guardado mis esquís? Necesito ir a buscar refuerzos.

PARAVINCI.  Quizás alguien ha querido huir…

(Entra Cristofer)

MOLI. ¡Menos mal que no te has ido!

TROTER. Mis esquís han desaparecido y me han dejado sin posibilidad de ponerme en contacto con el exterior. Quiero que vengan todos aquí.

MOLI. Iré a buscar a Casawel.

(Entran Cal y Casawel)

TROTER: ¿Quien me ha cogido los esquís?

COM.CAL. Yo no les he visto, estaba en la bodega pero podemos buscarlos entre todos.

TROTER. Tal vez es eso lo que quiere el asesino, separarnos para volver a atacar. Tres ratones ciegos: dos ya han caído… queda el tercero. Podría ser cualquiera de nosotros.

MOLI. Yo tengo que ir a hacer la comida.

PARAVINCI. La acompaño aunque no sé si a su marido le hará gracia. (Se dirige a la cocina tarareando la canción de los ratones) Hay que ver que cancioncilla tan alegre ‘’pues la cola le corto con cuchilla de afeitar chas chas’’

GIL. No asuste a mi mujer.

(Moli y Gil se van, se quedan Paravinci Troter y Casawel)

TROTER. Paravinci me parece que hay muchos cabos sueltos en su relato. ¿A dónde se dirigía antes de llegar aquí?

PARAVINCI. A visitar a una amistad, la cual no creo que tenga nada que ver con esto.

TROTER. A la policía le gusta conocer todos los detalles. No creo que sea usted tan viejo como pretende aparentar (en tono sarcástico) ¿De dónde venía usted anoche?

PARAVINCI: De Londres, siempre me hospedo en el Ritz. ¡Qué serio se pone usted sargento!

TROTER. No olvide que usted está implicado en un caso de asesinato.

PARAVINCI. Iré a ver si encuentro sus esquís (se va y le sigue Casawel)

TROTER. No se vaya señorita, me gustaría que me aclarase usted un par de cosas.

SRTA.CASAWEL. ¿Qué quieres saber?

TROTER. ¿Qué la ha traído a esta casa? ¿Y cuánto tiempo piensa quedarse aquí?

SRTA.CASAWEL. Vengo en busca de tranquilidad y me quedaré el tiempo que necesite para resolver un asunto.

TROTER. ¿Edad? ¿Lugar de nacimiento?

SRTA.CASAWEL. 24. Nací en Inglaterra pero me marché con 13 años.

(Entra Cristofer)

CRISTOFER. Creía que es ilegal torturar en los interrogatorios. ¿Le ha hecho algo? (a Casawel)

SRTA.CASAWEL. No nada, es que todo esto del asesinato me desborda... (Se va apenada)

TROTER. Creo que ya he encontrado la clave. Quiero a todo el mundo aquí abajo otra vez.

(Bajan todos)

TROTER. Tomen asiento. Les he tomado a todos declaración y una de ellas es falsa, ahora repetirán los mismos pasos que daban mientras se cometía el asesinato.

CRISTOFER. ¿Qué espera descubrir con esto? Menuda tontería…

MOLI. Conmigo no cuente porque se quema la comida.

TROTER. Se diría que todos son culpables ¿Por qué se niegan a colaborar?

GIL. Haremos lo que nos pide, no se preocupe.

PARAVINCI. Pues yo regreso a tocar el piano.

TROTER. No tan deprisa Paravinci. ¿Sabe tocar el piano señora Moli?

MOLI. Si.

TROTER. Entonces teclee la canción cuando yo le diga, repetiremos lo que cada uno de ustedes estaba haciendo pero habrá un intercambio de papeles. Cristofer a la cocina, Paravinci a la habitación de Cristofer , Cal a la habitación de Gil y Casawel a la bodega. Gil usted reproducirá mis movimientos. Yo representaré el papel de la señora Bol.

(Todos se van y queda Moli, tocando el piano)

(Troter cierra la puerta de la salita y se queda con ella)

MOLI. ¿Ya tiene lo que buscaba? ¿Sabe quién es el asesino?

TROTER. Si, es usted .Usted era la maestra de la escuela a la que asistían los tres hermanos. ¿Y no es cierto que Yimi el niño que después murió le hizo llegar una carta? ¿Y qué en esta carta le pedía ayuda? Pero usted nunca contestó.


MOLI. No llegué a abrirla. Caí enferma y se quedó amontonada con otras cartas. Pasaron semanas hasta que la descubrí y para entonces el niño ya había muerto, si no hubiera caído enferma…si hubiera leído esa carta…


TROTER.Si, es una injusticia inaceptable.


MOLI. Creía que la policía no llevaba pistola.


TROTER. Yo no soy policía. Será mejor que no grite, de lo contrario dispararé. Esa mujer mala mató a Yimi, la metieron a la cárcel pero fue poco castigo. Me prometí que algún día le daría su merecido y lo hice y ahora voy a matarte a ti, y me da igual poder escapar de aquí o no… ¡Ya no puedo más!


MOLI. El disparo hará mucho ruido.


TROTER. Es verdad mejor te retorceré es pescuezo (se acerca silbando la canción).El último ratoncito ha caído en la ratonera.


(Entra  la Srta.Casawel y el Com. Cal)


SRTA.CASAWEL: ¿Yoryi no me reconoces? ¿No te acuerdas de la granja? ¿Y de manchitas y chispa los perritos?


TROTER. Eres tú, ¿Qué haces aquí?


SRTA.CASAWEL. Vine a buscarte, no te reconocí hasta que te vi juguetear con el pelo. Vas a venir conmigo a un sitio donde cuidaran de ti para que no le hagas daño a nadie (se le lleva).


COM.CAL. ¡Gil! ¡Gil! Baja aquí.


GIL. ¿Moli estas bien? ¿Quién iba a pensar que Troter era el asesino?


MOLI. Está muy enfermo. Estuve involucrada en todo ese asunto, yo era su maestra, no fue mi culpa pero él creía que podía haber evitado la muerte de su hermano.


GIL. Debiste contármelo.


COM.CAL. Le he dado un sedante y no tardará en dormirse. Está con su hermana, sospeché de él desde el principio.


MOLI. ¿No creyó que fuese policía?


COM.CAL. Sabía que no lo era, el policía soy yo. Al enterarme de que habías abierto un hotel, decidimos enviar a alguien y al verdadero comandante Cal no le importó que me hiciese pasar por él, por eso la llegada de Troter me desconcertó. Y Casawel su hermana al reconocerle acudió a mí. La nieve ya se está derritiendo y los refuerzos llegarán enseguida. Iré a buscar los esquís que escondí encima de la cama de Cristofer.


MOLI. Y yo que pensaba que era Paravinci… ¿Gil que hacías ayer en Londres?


GIL. Fui a comprar el regalo por nuestro aniversario…


MOLI. ¡Yo también Por eso fui a Londres! (Se dan el regalo: puros y un gorro.)


COM.CAL. ¡Moli huele a quemado en la cocina!


MOLI. ¡Uy…el pastel!


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